Puede que cometa errores de juicio. En cualquier momento en el que me encuentre en esa situación, oro para que los demás encuentren en sus corazones el perdonarme. También extiendo esa cortesía. Perdono los errores de los demás. Me comprometo a estar libre de resentimiento y a perdonar a quien creo que me ha hecho daño.
Dios mora en mí y es mi fuente, por ello yo soy compasivo y comprensivo. Veo las situaciones desde una perspectiva más alta. Dejo ir los pensamientos negativos, reemplazándolos con positivos que sanan y renuevan. ¡Qué gozo me brinda dejar ir los resentimientos y fomentar nuevas relaciones personales gracias al perdón.
“Si mi hermano peca contra mí, ¿Cuántas veces debo perdonarlo? ¿Hasta siete veces?” Jesús le dijo: “No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”.—Mateo 18:21-22
Siento gratitud por el espíritu siempre presente y todopoderoso de Dios.
El sentimiento de gratitud que comparto con otros surge de mi alma y corazón. Experimento un cálido júbilo interno cuando expreso lo agradecido que me siento. Les hago saber a mis familiares y amigos que son bendiciones en mi vida. Recuerdo a quienes puede que no estén conmigo hoy, pero que llevo en el corazón.
Pablo, en su mensaje a los filipenses, dijo: “Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de ustedes”. Estas palabras me recuerdan que orar por otros y recordarlos fortalece mi actitud de gratitud. Más que todo, siento agradecimiento por el espíritu siempre presente y todopoderoso de Dios —en mí, en los demás y por doquier.
Durante siete días comieron de lo sacrificado en la fiesta solemne … y dieron gracias al Señor y Dios de sus padres.—2 Crónicas 30:22
Honrar a alguien o algo es reconocerlo con gratitud. ¿Me aprecio y aprecio a las personas a mi alrededor? Mi naturaleza verdadera —mi YO SOY— nace de lo Divino. Yo soy más fuerte de lo que pienso. Vivo partiendo de mi esencia espiritual. Disfruto de más paz, poder y aprecio de los que puedo imaginar.
Estimo mis relaciones personales y las cuido amorosa y atentamente. Mis experiencias en la vida pueden ser gratificantes, aun durante momentos dolorosos. Cada una de ellas me ofrece la oportunidad de aprender y crecer espiritualmente.
Practicar la gratitud abre el camino hacia mayor felicidad. Aprecio todo lo que YO SOY.
Den gracias a Dios en todo, porque ésta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús.—1 Tesalonicenses 5:18
Con demasiadas demandas a mi atención y tiempo, el riesgo de agotarme siempre está presente. Si el agobio se asoma en mi horizonte, hago una pausa, respiro profundamente varias veces y recuerdo el poder revitalizador del Espíritu en mí. Dejo ir la preocupación e inhalo fe. Dejo ir la confusión e inhalo claridad. Dejo ir el agobio e inhalo vida.
Descanso plenamente en el conocimiento de que yo soy suficiente y que todo lo que necesito para mi mayor bien se manifiesta en el tiempo divino y de la manera perfecta. A medida que la conciencia de la Verdad alivia mi alma, avanzo con un sentido mayor de satisfacción. Revitalizado, puedo ahora tomar decisiones sabias y amorosas acerca de cómo dedicar mi tiempo y energía cada día y todos los días.
Yo satisfaré el hambre y la sed de la gente triste y fatigada.—Jeremías 31:25