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De: TATIS-7 (Mensaje original) |
Enviado: 09/11/2018 21:11 |
EL ESPÍRITU MORADOR ES MI SANADOR TODO PODEROSO.
Myrtle Fillmore escribió: “El pensar y el comer correctamente van de la mano para mantenernos saludables”. Para funcionar a niveles óptimos, cuido mi cuerpo física y mentalmente. Lo fortifico con comidas nutritivas y actividad física. A nivel espiritual, ejercito mi conciencia de Dios. Me nutro con pensamientos que afirman vida.
Al orar consciente de mi mayor potencial, afirmo palabras de salud, fortaleza y dinamismo. Con estas palabras, bendigo cada parte de mi cuerpo, desde la cabeza a los pies. Cada órgano, tejido y célula es vivificado con la vibración de la salud perfecta. A medida que digiero estos pensamientos en conciencia, la curación tiene lugar. Mi cuerpo y mente responden a esta oración que afirma vida: El Espíritu morador es mi sanador todo poderoso.
Yo soy el Señor, tu sanador.—Éxodo 15:26
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DEJO IR EL TEMOR Y CENTRO MI ATENCIÓN EN EL AMOR.
La presencia de Dios está por doquier. Por tal motivo, todo lo que sucede en mi vida ocurre dentro del orden divino. Dejo ir la preocupación y el temor porque confío en lo Divino en mi interior. Si siento miedo, puede que no tenga mi atención centrada en Dios. Al dejar ir el estrés y la tensión, y confiar en Dios, disfruto más de la vida.
Dejo ir pensamientos negativos y temerosos y lleno ese vacío con pensamientos de Dios. Utilizo afirmaciones que me ayuden a mantener mi mente en la fe. Al liberarme del estrés y de la ansiedad disfruto de un estado de paz. Mi cuerpo descansa, y sé y confío en que todo está bien. Partiendo de este lugar de calma, respondo a la vida con facilidad y gracia.
Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida … nos podrá separar del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús.—Romanos 8:38-39
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CONTRIBUYO A LA PAZ MUNDIAL CON MIS PENSAMIENTOS Y ACCIONES.
A cada momento, contribuyo directamente a la paz mundial. Mis pensamientos, palabras y acciones son creatives y acumulativos, formando una masa de energía e influencia. Tomo en consideración a las personas de todas partes del mundo que son bondadosas. ¿Cuántos actos de bondad ocurren día a día? tales como perdonar a los demás, ayudar a un extraño o elegir ser caritativo. Mantengo presente que los niños aprenden de mi ejemplo, de mi amor y respeto.
Recuerdo la esencia amorosa divina en cada persona y hago todo lo que puedo para vivir partiendo de ese lugar en mí. Me esfuerzo por ser un ejemplo de lo que deseo ver. Contribuyo a la paz mundial con mis pensamientos y acciones.
Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación.—Romanos 14:19
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ME ELEVO EN ALAS DE ORACIÓN PARA LLEVAR A CABO MI POTENCIAL DIVINO.
Externamente, las personas son diferentes de cualquier manera imaginable. Pero, por debajo de las aparentes desigualdades, por debajo de las diferencias causadas por el medio ambiente y otros factores, existe el potencial divino que es el mismo en todas las personas.
Todos tenemos el espíritu de Dios en nosotros. Todos nosotros no lo expresamos en el mismo grado —algunos han permitido que florezca, otros lo han descuidado, e incluso hay otros que no saben de su existencia— de aquí la aparente desigualdad. El mismo Espíritu que estaba en Cristo Jesús está en todos. Tener presente esta verdad nos libera de un sentimiento de competencia y establece la paz.
Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo.—1 Corintios 12:4
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RESPIRO Y SIENTO MI UNIDAD CON DIOS Y CON LA VIDA.
El respirar es un proceso automático; sin embargo, la respiración consciente —prestar atención y mantener la intención de centrar mi mente— me permite enfocar mi energía. Tomo aire a medida que cuento hasta tres en silencio. Hago una pausa, contando uno, y boto el aire contando hasta tres.
Repito esto varias veces. Hacerlo me ayuda a apartarme de lo atareado del día. La respiración y la energía están entretejidas, y la respiración consciente me ayuda a descansar y darme cuenta de la magnificencia de la vida. ¡Respiro, mi corazón late y estoy vivo!
El enfocar mi atención en la respiración me ofrece claridad, y durante ese tiempo valioso, ninguna otra cosa importa. Respiro y siento mi unidad con Dios y con la vida.
El espíritu de Dios me ha creado; el soplo del Todopoderoso me dio vida.—Job 33:4
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