Así como la vida avanza en orden divino, mi vida progresa guiada por el Espíritu. Me detengo, me aquieto y abro mi mente hacia una dirección nueva. Mi intuición me guía por el sendero que me lleva hacia mi propósito. Me siento seguro de la guía divina. Invoco todo el conocimiento que necesito para elegir sabiamente y hacer lo que me corresponde.
Mientras prosigo en esta nueva dirección, las puertas de oportunidad se abren ante mí. Entro por esas puertas con valor y confianza. Mi corazón me dirige claramente hacia el siguiente paso de la evolución de mi alma. Con el espíritu de Dios como mi guía, no tengo miedo. Mis pasos son seguros, mi corazón está satisfecho y avanzo con confianza y resolución.