¡Oh Jesús, único consuelo en las horas eternas del dolor. Único consuelo sostén en el vacío inmenso que la muerte causa entre los seres queridos! Tú, Señor, a quién los cielos, la tierra y los hombres vieron llorar en días tristísimos.
Señor, amantísimo, compadécete también de nuestras lágrimas. ¡Míralas, Señor, como tributo sentido que te ofrecemos por su alma. Amén.
No caerás en el olvido triste, inhóspito y frío no dejaré que te hagas transparente y sin sentido.
Porque me diste tus besos tu ternura y cariño me diste el ser y a ti, no te olvido.
El tiempo te hará diáfana lejana y etérea cual suspiro pero nunca, ¡ lo juro ! a ti mamá, no te olvido. M.L.M©
en sus vaivenes de plumas y que el cristal del silencio jamás nos prenda en su bruma. ¡Dame de tu voz el viento! ¡No dejes de hablarme nunca! Que en la trastienda del tiempo mi voz juegue con la tuya. ¡Dame de tu voz el viento!... ¡No dejes de amarme nunca!
A dios Madre querida Que en mi corazón Por siempre vivirás
Menchu
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