A saludar me ofrezco y a celebrar me obligo tu triunfo, Amor, al beso de la estación que llega mientras el blanco cisne del lago azul navega en el mágico parque de mis triunfos testigo.
Amor, tu hoz de oro ha segado mi trigo; por ti me halaga el suave son de la flauta griega, y por ti Venus pródiga sus manzanas me entrega y me brinda las perlas de las mieles del higo.
En el erecto término coloco una corona en que de rosas frescas la púrpura detona; y en tanto canta el agua bajo el boscaje oscuro,
junto a la adolescente que en el misterio inicio apuraré, alternando con tu dulce ejercicio, las ánforas de oro del divino Epicuro.