¡PROHIBIDO!

Antes bien, creced en la gracia, y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador  Jesucristo. A él sea la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén. 2 pedro 3:18

Me costó algo de trabajo aprender a conducir. Siempre estaba alerta a algunas señales de transito que implican prohibición, como prohibido estacionar, prohibido hacer un cambio de sentido, prohibido girar a la derecha y otras. Lo cierto es que mis hijitos se  hicieron expertos en esas señales, pues ellos eran mis ojos y apenas veían los símbolos me advertían.

En la vida cristiana sucede igual. Hay muchas zonas que están prohibidas para nosotras, pero insistimos  todo el tiempo en hacer caso omiso de la advertencia y nos equivocamos al estacionarnos en ellas. Cada cristiano tiene sus propias “zonas prohibidas”, unas más delicadas que otras, que solo se traducen en dolor y confusión.

La reconocida escritora Bárbara Johnson nos habla en una de sus obras (Elástico fresco para madres estiradas, p. 116) de aquellos lugares donde no podemos estacionarnos:

·       Prohibido estacionar en los fracasos. Casi siempre nos quedamos en ellos sin poder avanzar, tal vez por la vergüenza, por los débiles que quedamos después de una dura experiencia. ¡Pero hay una buena noticia! Puedes continuar, puedes seguir adelante, porque Dios usa cada fracaso para hacernos crecer, hasta llegar a comprender las cosas con la sabiduría que solo viene del cielo.

·       Prohibido estacionarse en el pasado. Si Dios ha prometido echar nuestros pecados al fondo del mar y no acordarse más de ellos, ¿Por qué seguir estacionado recordándome y castigándome por cada error cometido? ¡Eso es pasado! Dios te ofrece un presente y un maravilloso futuro. Olvida el ayer, deja el futuro en manos de Dios y vive el presente.

·       Prohibido estacionarse en los “Si no hubiera”. Vivimos culpándonos por lo que hicimos en el pasado, jugando al “Qué habría pasado si yo no hubiera…” ¿Por qué no agradecer por lo que aún queda?

Es necesario salir de estos estacionamientos equivocados y decidirnos a vivir, a crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Oremos para que Dios nos ayude a experimentar el gozo de nuestro Salvador.

Dios te bendiga,