“Beneficiándonos de la Palabra de Dios”
(Santiago 1:19-21)
Introducción: La clave para reaccionar adecuadamente ante las pruebas y los problemas y también para resistir las tentaciones se encuentra en cómo reaccionamos y recibimos la Palabra de Dios. En estos versículos, el apóstol Santiago pone un énfasis especial en los peligros que existen de engañarse a uno mismo. Una cosa es ser engañado por Satanás y otra muy diferente es engañarse a uno mismo, lo cual es algo más serio todavía (Mateo 7:22,23).
Pero también existen verdaderos creyentes que se engañan a sí mismos respecto a su situación espiritual. Estos creyentes creen que son demasiado espirituales cuando en realidad no es así. Una de las evidencias de la madurez es cuando un creyente se examina a sí mismo con honestidad y admite sus necesidades. Sin embargo, la persona inmadura actúa como si no necesitara nada y todo lo tuviera (Apoc. 3:17).
El apóstol Santiago menciona tres responsabilidades que recibimos cada vez que escuchamos o leemos la Palabra de Dios:
I.- Tenemos la responsabilidad de recibir adecuadamente la Palabra de Dios (v.19)
1) Prontos para oír (v.19).
a) Así como el empleado escucha atentamente las instrucciones de patrón y así como la mamá escucha atentamente el más mínimo llanto de su hijo, así también el creyente debe ser pronto para oír lo que Dios tiene que decirle (2 Samuel 23:14-17).
2) Tardos para hablar (v.19).
a) Tal vez una de las razones del porqué Dios nos dio dos oídos y solo una boca fue para que escucháramos más y habláramos menos (Prov. 10:19; 17:27).
3) Tardos para airarse (v.19).
a) Una vez más, el rey Salomón también está de acuerdo con este consejo (Prov. 14:29). El apóstol Pedro actuó en el huerto del Getsemani todo lo contrario al consejo del apóstol Santiago y casi mata al siervo del centurión (Juan 18:10,11).
b) Santiago nos advierte de no enojarnos con la Palabra de Dios debido a que ella revela nuestro estado pecaminoso. No debemos actuar como el hombre que hizo pedazos el espejo porque no le gustó la imagen que vio reflejada. De la misma manera, muchos se rebelan contra la Palabra de Dios debido a que ella les dice la verdad acerca de ellos mismos y de su estado pecaminoso.
II.- Requisitos para poder recibir adecuadamente la Palabra de Dios (v.21).
1) Desechar toda inmundicia y abundancia de malicia (v.21)
a) La palabra “inmundicia” incluye toda forma de impureza ya sea espiritual, mental o física. Para poder recibir con eficacia la verdad de Dios, debemos mantener nuestra vida en un estado de limpieza continua.
2) Tener mansedumbre en nuestra vida (v.21).
a) Es muy fácil leer la Biblia sin permitir que ella hable a nuestro corazón o que transforme nuestra vida. Si la estudiamos solamente para obtener puro conocimiento intelectual de nada nos aprovecha tal conocimiento.
b) Es debido al pecado y orgullo que la persona se vuelve insensible a la Palabra de Dios. Es solamente cuando existe un espíritu manso y humilde que podemos beneficiarnos de su lectura (Isaías 66:2).
3) Recibir en obediencia la palabra implantada (v.21).
a) El lenguaje que Santiago utiliza en este versículo nos recuerda a la parábola del sembrador que Jesucristo enseñó acerca de los cuatro tipos de terreno: El corazón endurecido, el corazón superficial, el corazón ahogado por los afanes de esta vida y el corazón receptivo.
b) Esto nos dice que la evidencia final de nuestra salvación no son los dones, sino los frutos. Estos frutos se demuestran en una vida cambiada, en un carácter y conducta transformada.
c) Tales frutos bien pueden observarse cuando:
1) Ganamos almas para Cristo (Rom. 1:16).
2) Crecemos hacia una vida más consagrada (Rom. 6:22).
3) Compartimos con los demás nuestras bendiciones (Rom. 15:28).
4) Demostramos los frutos de nuestro carácter espiritual (Gálatas 5:22,23).
5) Demostramos nuestra gratitud para con el Señor a través de nuestra alabanza (Hebreos 13:15).
Conclusión: Para que la Palabra de Dios pueda traer resultados a nuestra vida, debe ser implantada y echar raíces en el suelo fértil de nuestra propia alma
.