No te piden nada imposible si te ruegan que sonrías.
Lo siento, pero en mi caso se ha convertido en una obsesión:
necesito que las personas aprendan a usar una serie
de músculos de la cara que nos caracterizan como humanos.
Sonreír es el camino de la conversión de la cara en rostro,
porque desde ese sencillo gesto se expresa la aprobación
hacia el mundo, y hacia los que formamos parte
de ese mundo de un modo más intenso: las personas.
Quizás por eso la sonrisa es de las pocas cosas
que no deben aprender los niños tras nacer: la saben sola.
Es cierto que también lloran, y que se enrabietan,
pero lo hacen como defensa, como reacción ante el dolor
y ante el miedo que provoca lo que todavía no se entiende.
Y en cambio, su boca se torna en chiste por el abrazo materno,
a causa de esa caricia del padre que, movido por el reír
de su hijo, se ve en la obligación de hacerle fiestas,
y decirle cosas, y cantarle... y entonces el niño,
que no se empapa de nada, sonríe todavía
más fuerte hasta que se duerme.
Y es que así es como se afirman las cosas y las personas:
ver a quien se quiere, provoca que se diga ya desde el gesto
del rostro un «¡qué bueno es que existas!», o «te apruebo,
y te quiero, y te quiero aquí, en este momento, a pesar
del montón de cosas que tengo entre las manos».
Abrir la puerta, mirarte trabajando, que me recibas
sonriente, con alegría: ¡qué delicia cuando me das un beso!,
porque de ese modo sé que es a mí a quien recibes,
a mi nombre propio con su leve historia que es única,
y no a uno más de esos que se llaman compañeros.
Los niños sonríen solos, los adultos quizás tenemos
que aprender, porque nos ha engañado este mundo
que, con sus rutinas, con sus victorias y derrotas,
con las comparaciones amargas, nos convence
de que cambiando de rictus llegaremos más lejos,
o de que lo contrario a la «cara de lunes» implicaría
masoquismo, carencia de solidaridad, o mostrarse
poco profesional y poco serio. Sonríe, despierta,
repite que vivir es un regalo.
Una característica más: quien sonríe acoge,
produce confianza, hace de su rostro una casa
en la que los demás tienen cabida,
y por eso mismo es causa y origen del cariño.
¡Ojalá, al menos hoy, no desaprovecháramos ese don!
desconozco autor
¡¡ QUE TENGAS UNA MUY BENDECIDA SEMANA !!