Honra a tu padre y a tù madre para que tus dìas se alarguen en la tierra que el Señor tù Dios te dà. Exodo 20:12

Somos las primeras generaciones de hijos decididos a no repetir con nuestros hijos los errores cometidos por nuestros padres.

Y en este esfuerzo por lograrlo, somos delicados y comprensivos, pero a la vez  los màs dèbiles e inseguros en mucho tiempo. Lo alarmente es que estamos lidiando con niños "igualados", beligerantes y màs poderosos que nunca!. Pareciera que en nuestro intento de ser los padres que hubiesemos querido tener, pasamos de un extremo a otro.

Asì pasamos de ser en el pasado hijos regañados por los padres, a los primeros padres regañados por los hijos! los ùltimos que crecimos bajo el mando de los padres y los primeros que vivimos bajo el poderìo de los hijos. Y lo que es màs alarmante aùn, los ùltimos que respetamos a nuestros padres, y los primeros que permiten que nuestros hijos no nos respeten.

En la medida que la permisibilidad reemplazò al autoritarismo, los tèrminos de las relaciones familiares han cambiado en forma radical, en algunos casos para bien y en otros para mal. Antes se consideraban buenos padres a aquellos a los cuales los niños obedecìan en  sus òrdenes y respetaban a los mayores, y buenos hijos a los niños que eran formales.

Hoy en dìa esto ha cambiado en algunos hogares, hoy los buenos padres son aquellos que logran que los hijos los amen, aunque poco los respeten y son los hijos los que exigen el respeto de sus padres.

Los roles se invirtieron, y ahora son los papas los que tienen que complacer a sus hijos para ganarselos y no a  la inversa.Esto explica el esfuerzo que hacen los papas y las mamas en la actualidad para ser los" mejores amigos" de sus hijos. Se ha dicho que los extremos se tocan.Y si en el pasado el autoritarismo lleno a los hijos de temor hacia sus padres, la debilidad del presente los llena de miedo al vernos tàn debiles y desorientados al igual que ellos.Sin ser una experta en el tema , entiendo que los hijos deben de percibir que durante la niñez, somos los padres los que estamos a la cabeza de sus vidas , como padres capaces de sujetarlos cuàndo no se pueden contener, y de guiarlos cuàndo no saben por dònde van. Si bien es cierto que el autoritarismo aplasta, la permisibilidad extrema ahoga.

Solo una actitud firme y respetuosa les permitirà confiar en nuestra idoneidad para conducir sus vidas mientras son menores de edad, llendo con ellos y no atràs cargandolos y rendidos a su voluntad.

Asì ,quizas podremos evitar que las nuevas generaciones se ahoguen en el hartazgo y el descontrol, a la deriva, sin parametros ni destino.

Dios te bendiga!

Andrea