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General: Una vida c. y c. en busca del camino. Parte 11
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Fidelidad a Jesùs  (Mensaje original) Enviado: 08/07/2009 17:15

11

Después de pasar unos días en el pueblo y sin preocuparnos, por estúpidos, de como se encontrarían de angustiados nuestros padres, nos despedimos de los tíos quienes ignoraban la forma en que nosotros habíamos planeado todo, y partimos hacia nuestro prometedor destino; durante el viaje platicábamos de cómo íbamos a administrarnos, tanto en nuestro talento, como en las riquezas que sin duda nos estaban esperando en el Distrito Federal con los brazos abiertos.

Cuando llegamos a la ciudad de México D.F. nos maravillaron sus altos edificios y la cantidad de automóviles que circulaban en sus increíbles calles y avenidas, también las estatuas y monumentos, que mirábamos con asombro, nos impactaron con su belleza y magnificencia.

Al bajarnos del tren en la estación Buenavista, casi en el mero centro de México, nos dirigimos a la dirección que nos había dado ese individuo que se dijo autor y productor de obras exitosas de teatro, y en el camino, al preguntar por la ubicación de la dirección, alguien nos decía que se encontraba algo retirado, más o menos a unas 20 cuadras de donde estábamos, imagínense, cada cuadra como de 300 mts. mínimo, o al menos así las veíamos, pero, al preguntarle a otro individuo, nos dijo que la dirección que buscábamos estaba a la vuelta de donde nos encontrábamos, y así fue. Nos dirigimos al encuentro de nuestro destino artístico, y cuando preguntamos por el tipo en cuestión, que se aparece el verdadero dueño del nombre y de la profesión de la que se había adueñado el otro sujeto unicamente para impresionarnos y burlarse de nosotros, y al presentarnos y decirle del engaño del que fuimos objeto, el señor se disculpó pero dijo que no podía hacer nada por nosotros, y, como dice la

canción, ¡todo se derrumbo!

Salimos de allí con la cola entre las patas y sin saber que hacer, asi que por el momento buscamos alojamiento en un hotelucho de mala muerte, pero, ¡bendita juventud!, como esa situación no nos robó nuestros talentos artísticos, se nos ocurrió, que el mundo tenía que conocer de nosotros, que no podíamos castigarlo por la jugarreta de la fuimos objeto; así que enfilamos nuestros pasos a ¡ Garibaldi! para que todos tuvieran la oportunidad de vernos; jóvenes, guapos y gallardos, con esa presencia impactante que no se podría ignorar por ningún motivo, pues bien, llegamos y nos sentamos en una banca que nos sirvió como escaparate para darle entrada a las muchachonas del lugar, para que por medio de ellas, contactarnos con los grupos de mariachis que tocaban allí mismo, y empezar, aunque fuera de esa manera, el camino al estrellato, e ir superando, inclusive, a Pedro Infante, Jorge Negrete y a Javier Solís y a todo aquel que se nos pusiera enfrente. Otra vez, ¿cómo la ven?

Pasaron las horas, y a pesar de las sonrisas y las exitantes poses de gigolós que adoptamos no logramos atraer ni siquiera la atención de las moscas, por lo que optamos por recoger los pedazos de dignidad que nos quedaban y nos fuimos a descansar, y al otro dia nos encaminamos a la Alameda Central para trazar el siguiente plan de acción en la consecución de nuestros objetivos.

En ese precioso lugar se nos prendió el foco y le escribimos a nuestros padres diciendoles que no se preocuparan demasiado, pues nuestras vidas, en todos los aspectos, iban viento en popa, tan en popa que el dinero que llevábamos estaba a punto de terminarse y que solo nos alcanzaría con apuros para ese dia, y que después tendríamos que pegarnos a cualquier llave de agua para calmar nuestra necesidad de alimentos, pero esto no influyó para proseguir nuestros sueños al encontrar en ese lugar a personas tan zafadas como nosotros, y montábamos en ese lugar, escenas teatriles para reforzar nuestras inquietudes actorales, pero lo que en realidad reforzamos, fue el sentir de que nuestro camino tendría que tomar otra dirección pues solo teníamos el chance de pasar una sola noche más en la habitación del hotel, y mañana Dios diría.

Al otro día, todavía nos la pasamos pachangueando en la Alameda Central y, entre cigarros de carita ( delicados ), grandes sorbos de agua, un plátano con todo y cáscara, y una paleta de hielo como desayuno, comida y cena y dándole cuerda a nuestras loqueras, se pasó el día y llegó la noche, y con ella, el despertar, que no el dormir, a la relidad, pues en el hotelito no quisieron darnos posada cuando menos por otra noche, y pa’ fuera, tomamos nuestro abultado equipaje, ( dos pantalones remendados y dos camisas por piocha, ademas lo que traíamos puesto cada uno de nosotros ), y a buscar donde pasar la noche, y lo primero que se nos atravesó fue un gran zaguán o portón que daba a un garage; nos armamos de valor y nos dirigimos a la persona que en forma aparente era la dueña de la casa con ese portón, y para consuelo nuestro, que nos da el permiso y además 5 pesos de plata de los buenos; entonces que nos acomodamos espalda con rodilla y a dormir.

A eso de las once de la noche, que llega un fulano en un carrazo y por poco nos apachurra, lo que causó su enojo y que provocó que nos corriera a echar pulgas a otra parte, y todos compungidos, hambrientos, y desilusionados de la humanidad, recogimos nuestras abundantes pertenencias y empezamos nuevamente nuestro recorrido por esas calles de Dios pidiendole encontrar pronto otro refugio, para esto corría si mal no recuerdo, los finales del año 1958, tiempos de los rebeldes sin causa, tiempos en que las pandillas de casi todas las ciudades, portaban para su defensa o para el ataque sendas cadenas de fierro de cualquier forma y tamaño, lo que hacía muy peligroso toparse con estas pandillas, sobre todo en esa ciudad y más a esas altas horas de la noche, cuando de pronto, allá a lo lejos, divisamos otro portón grande y varios muchachos melenudos y mal encarados platicando junto a él, nos acercamos, con el "ese" en consejo, o sea, temerosos de la reacción que pudieran tener esos chavos en contra de nosotros. Entonces les preguntamos que a quién habría de dirigirse para que se nos permitiera pasar esa noche dentro del zaguán; se juntaron otros jóvenes y se nos quedaron viendo con cara de pocos amigos, y, ¿ qué creen?....chan, chan, chan, chaaaan...

Después de pegarnos tremendo sustote con su actitud, nos preguntaron que de donde veníamos y les contestamos que de Xalapa, Veracruz, y ellos nos respondieron ¡ jarochos! cuando vimos su reacción pensamos; "¡en la torre, y ahora que va a pasar!", y lo que pasó, para nuestra total y absoluta sorpresa, fue que nos condujeron a un cuartito vacío y sin puertas, y luego nos llevaron un vasote de leche y una gran torta, ¡ así nos verían ! y después, nos trajeron unos cartones que utilizamos como colchones, y nos dieron unas cobijas para cubrirnos del frio y después se retiraron para que pudiésemos descansar; ¡ no lo podíamos creer! y no nos quedaba otra que esperar hasta el otro dia para ver cuales eran sus verdaderas intenciones con nosotros.

D. R. Josè Luis HC.



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Noemi 1067 Enviado: 09/07/2009 13:35
 
                             BENDICIONES!!!!!!!!!!
                                     ANDREA


 
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