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En ese ambiente bohemio y tranquilo, daba rienda suelta a mi gusto por el canto y creo que no lo hacía tan mal porque se armaban unas verdaderas tertulias después de clases, con refrescos y tortas y complaciendo a quien lo pidiera, si es que me la sabía, con su canción favorita y hasta el profesorado participaba. En ese tiempo de Rogelio Naranjo como director, la mayoría de mis dibujos a lápiz o tinta, se los apropiaba en forma clandestina para su colecciòn particular.
En esos tiempos conocí a la mujer de mi vida en forma casual, ya que Manuel estaba de novio con su hermana en Teziutlán y tenía problemas con un familiar de ella, y este cuate comandaba una pandilla de barrio, y le quería dar un escarmiento a Manuel, por lo que me pidió que lo acompañara a un tradicional baile en esa ciudad con todos los gastos pagados, con el fin de apoyarlo, para que en lugar de ser uno solo el aporreado, fuéramos dos, pero esa, esa es otra historia que más adelante conocerán.
En esos tiempos estábamos obteniendo más conocimientos y experiencia en la serigrafía o screen process como se le conocía, ya que entre Manuel y yo pusimos un tallercito en los que empezamos a hacer escudos de escuela y banderines, por cierto que nuestro conocimiento era tan limitado, que teníamos que desbaratar un escudo para ver como estaba hecho por dentro y poder hacerlo nosotros, y nuestra ignorancia era tan grande, que la pintura que usamos la primera vez, y muchas veces más, no era la correcta, lo que nos metió en grandes problemas con los clientes, pero que gracias a ello, nos vimos en la imperiosa necesidad de documentarnos por medio de folletitos explicativos, que las empresas que nos proveían del material serigráfico, tenían para que el usuario de sus productos supieran cómo usarlo.
Estuvimos juntos en realidad muy poco tiempo ya que Manuel se casó, por lo que sus necesidades crecieron y cada quien empezó a trabajar por su cuenta.
Antes de casarse fue cuando lo acompañé a su compromiso con su novia es decir, a un baile anual que se celebraba en Teziutlán, Pue. y les repito, ahí fue donde conocí a la que es la mujer de mi vida, a quien amé desde un principio, presintiendo precisamente, que ella sería la compañera de toda mi vida. Pues bien, en ese baile, Manuel me presentó con ella pues era hermana de su novia y precisamente ese fue el gancho por el que lo acompañé, porque me decía que la hermana de su novia era una joven muy guapa y muy bien formada, pero que yo no tenía ningún chance con ella porque era muy especial en su manera de ser, esto hizo que me picara fuertemente en mi orgullo y le hice una apuesta a Manuel antes de conocer a su cuñada, y la apuesta fue de que la conquistaría a como diera lugar; y así fue, entre baile y baile, broma y broma, plática y plática acerca de mi atuendo en que le decía, que los zapatos eran de mi papá al igual que el saco que portaba; que los pantalones y la corbata eran de Manuel y que la camisa era de mi hermano Mario.y muchas bromas ¿ o verdades? más.
Pasamos una velada muy divertida, y por supuesto ella no creyó lo que le había dicho, más sin embargo era la verdad, a la hora de retirarnos del lugar la acompañé a su domicilio pues Manuel tenía que acompañar a su novia, y ni modo de perder la oportunidad de platicar un poco más con ella y pedirle una cita para la semana siguiente, a lo que ella accedió, y cuando se llegó la fecha, quedamos en vernos en el parquecito del centro de la ciudad al cual llegué puntualmente con un ramo de claveles rojos que compre en Xalapa, por aquello de las dudas de que en Teziutlán no los conocieran.
La esperé temblandome hasta los calzones de frío y de ¡ nervios ! pláticamos de varias cosas y nos preguntamos mutuamente nuestros nombres, porque al menos yo, con el afan de caerle bien para conquistarla, no puse atención a como se llamaba, y ella ,como después ella me confesó, también había apostado con sus amigas que me conquistaría, por lo que tampoco puso atención en mi nombre; bueno, pues nos presentamos adecuadamente y casi a partir de ahí, nos hicimos novios, por lo cual los dos ganamos ( ¿ o perdimos ?,) la apuesta.
D.R. Josè Luis H. C.