TU ROSTRO
Sergio, un niño de 7 años, llegó de la escuela refunfuñando y propinando una patada al gato. Su padre asombrado le preguntó: "¿Hijo, que te sucedió?" "Papa,
estoy con muchísima rabia" - respondió. Luego, calmó su agitación
tomando una bocanada de aire y prosiguió: "Imagínate, Xavier mi
compañero de escuela me humilló delante de los demás. ¡Cómo me gustaría
poder vengarme!"
En aquel momento su padre decidió enseñarle una
lección practica. Trajo una bolsa de carbón al patio y tendió una
camisa blanca en el cordel. Luego dijo a su hijo: "Imagínate que la
camisa blanca es tu compañero Xavier y que cada trozo de carbón que le
lances es una venganza tuya."
No pasó mucho tiempo y Sergio ya
había lanzado todos los carbones. Él fue a su padre contento de que
hubiera acertado cinco veces a la camisa.
Seguidamente, el padre
condujo a su hijo y a la camisa hasta la sala de la casa. El pequeño se
asustó al verse en el espejo, sus manos, su cara y su camiseta estaban
completamente negras.
Finalmente el padre le dijo: "Hijito
mío, ¿Te das cuenta que la camisa blanca no esta tan sucia en
comparación con tu cara, manos y camiseta? La venganza es exactamente
igual, porque ensucia mas a la persona que lo ejecuta que a los propios
enemigos."
Jesús enseñó: "Amad a vuestros enemigos y orad por
aquellos que os persiguen." Antes de morir Jesús oró: "Padre,
perdónalos porque no saben lo que hacen."
Estimado amigo o amiga, deje a un lado la venganza y el rencor. Recuerde que la venganza perjudica mas a aquel que la ejecuta.
"Vengan
y aclaremos las cosas! Por profunda que sea la mancha de sus pecados,
Yo puedo quitarla y dejarlos tan limpios como nieve recién caída.
¡Aunque sus manchas sean rojas como el carmesí, Yo puedo volverlas
blancas como la lana!”
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Isaías 1:18
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