"Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro" (Salmos 91:4).
"Debajo de Sus alas, debajo de Sus alas, Quien de suyo amor puede dividir? Para siempre, las luchas que han de venir."
Muchas luchas podemos haber enfrentado en cada año de nuestras vidas. Muchas otras, ciertamente, aún tendremos que enfrentar.¿ por qué aún no sucumbimos? ¿Por qué no desfallecemos?
¿Por qué continuamos firmes y confiantes en la victoria?
Por más que las luchas nos sobrevengan, por más que derrotas pasajeras nos hayan hecho estremecer, por más que hayamos quedado intentados a desistir, mantuvimos la fe. ¡Perseveramos! En los momentos de mayor aflicción percibimos las alas del Señor envolviéndonos, abrigándonos, protegiendos. Estaba allí, a nuestro lado, susurrando nos en nuestros oídos espirituales: "No tenga miedo, estoy a su lado. Resista. ¡Nada podrá evitar su victoria!
Nada en este mundo podrá estremecer nuestra firmeza o callar nuestra esperanza, si estamos abrigados bajo las alas del Altisimo. Él nos protege, nos estimula, nos alienta en la adversidad. Su fuerza nos impulsa a luchar y vencer las batallas. Confiamos en él y eso es lo bastante para reanimanosr en cualquier situación.
La certeza de estar bajo los atenciones de nuestro Dios garantiza nuestra alegría, llena nuestra alma de regocijo, nos capacita a brillar delante de crisis y tormentas. Su presencia llena nuestras lámparas espirituales con el combustible de la fe. Las tiniebla son disipadas, las tentaciones son postas a correr, las dudas son ignoradas y nuestros ojos no se desvían de la bandera de nuestras conquistas: el Señor Jesus Cristo.
La paz siempre reina en nuestros corazones cuando estamos debajo de las alas del Señor.