Si alguien busca tu casa con frío
es porque tienes la frazada.
Si alguien busca tu casa con alegría
es porque tienes la sonrisa.
Si alguien busca tu casa con lágrimas
es porque tienes el pañuelo.
Si alguien busca tu casa con versos
es porque tienes la música.
Si alguien busca tu casa con dolor
es porque tienes el remedio.
Si alguien busca tu casa con palabras
es porque tienes el oído.
Si alguien busca tu casa con hambre
es porque tienes el alimento.
Si alguien busca tu casa con besos
es porque tienes la miel.
Si alguien busca tu casa con dudas
es porque tienes el camino.
Si alguien busca tu casa con orquestas
es porque tienes la fiesta.
Si alguien busca tu casa con desánimo
es porque tienes el estímulo.
Si alguien busca tu casa con fantasías
es porque tienes la realidad.
Si alguien busca tu casa con desesperación
es porque tienes la serenidad.
Si alguien busca tu casa con entusiasmo
es porque tienes el brillo.
Si alguien busca tu casa con secretos
es porque tienes la complicidad.
Si alguien busca tu casa con tumultos
es porque tienes la meditación.
Si alguien busca tu casa con confianza
es porque tienes el azul.
Si alguien busca tu casa con miedo
es porque tienes el amor.
Nadie llega por azar a tu casa. Por eso jamás cierres las puertas a quien en ellas golpee levemente.
Jamás des la espalda al que llega con ojos límpidos, de corazón entero, con el alma expuesta.
No des disculpas ni te agarres a mil argumentos racionales. No inventes motivos para justificar gestos bruscos.