¡Las manos! Obreras inquietas, regalo de Dios.
Se abren, se cierran pero siempre son caricia,
consuelo, amor.
Manos maternales que brindan calor.
Manos que se extienden, donando perdón
Manos de maestro, que saben decir.
Manos que suplican, mirando hacia Dios.
Manos cansadas de tanto esperar...
cerrarse algún día apretando el pan.
Manos temblorosas ante la maldad
porque han nacido para acariciar.
Manos enlazadas en una oración.
Manos que se mueven pidiendo perdón
Manos suaves, manos de novia
que estrechan una rosa con néctar de amor.
Manos duras, callosas, pesadas;
manos de labriego que oscurece el sol.
Manos de poeta que sueñan y cantan
Manos que golpean frente a la ansiedad.
Manos musicales que vibran y ríen
porque han nacido para recrear.
Manos que levantan al hombre caído.
Manos enfermeras que saben curar. Manos de médico que cortan y sanan
porque son las manos de la humanidad.
Manos religiosas, manos consagradas
que tienen el gesto de saber orar.
Manos siempre limpias, manos siempre blancas...
manos que se abren y nos dan el pan.
Manos prodigiosas,
las más bellas manos de la amistad.
(Autor: M. Segura)
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