Buscar la verdad• Defender la libertad.
Crear transparencia.
Resistir e insistir.
No temer al miedo.
Recuperar lo abandonado.
Proteger al indefenso.
Dar todo por nada.
Explorar, descubrir y fundar.
Hacer de la solidaridad el sentido de la vida.
Para el artista solidario enseñar a leer y escribir, pintar una escuela, limpiar un basural, purificar un pozo de agua, reforestar un bosque talado, también son obras de arte.
El artista solidario es un testigo de cargo. Es el dedo acusador que le señala a la sociedad el mayor de sus delitos: la indiferencia.
Todo gesto de indiferencia es un acto de inmoralidad.
El artista solidario no contempla al mundo: lo construye.
El artista solidario debe darle un proyecto de vida a quienes el Poder despojó de su único bien: el futuro.
Para el artista solidario la búsqueda de la verdad comienza por cuestionar lo que el Poder decidió que es incuestionable; la defensa de la libertad, por atacar lo que el Poder decidió que es inatacable.
En el mundo de las autopistas el camino del artista solidario tiene el grosor de una cuerda. Sobre esa cuerda floja camina, sabiendo que ningún equilibrio es posible.
En una sociedad en crisis permanente, el artista corre el riesgo de decir: “no es el momento de crear”. Siempre es el momento de crear. El artista solidario construye en el epicentro del terremoto sabiendo que el edificio se derrumbará mañana y habrá que volver a construirlo.
El artista solidario lleva luz donde reina la oscuridad; agua donde se implantó el desierto; esperanza donde se la perdió; razón donde se impuso la locura. Habla con los sordos y escucha a los mudos para que sepan que no lo son; le dice a los que están muertos por dentro, que las piedras tienen vida.
No a la ética de la competencia; no a crear para vender; no a vender para vivir. Sí a la ética de la colaboración; sí a crear para expresar la condición humana; sí a vivir para crear.
El artista siembra semillas de solidaridad: un día, aunque ya no esté para verlo, crecerá el árbol y dará frutos.
Hay un derecho que el artista solidario no puede ejercer: decir, frente a su obra, “no sé de qué se trata”.
Para el artista solidario el individualismo es una prisión de máxima seguridad. Vivir en ella es estar muerto a pesar de seguir respirando.
El artista individualista da a luz cadáveres.
En el mundo que viene nadie sobrevivirá por sí mismo. El individuo será el grupo.
El artista solidario le opone al “sálvese quien pueda”, el “todos o ninguno”.