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Columnas Gloriosas "Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano" (1 coríntios 15:58). En la catedral de S. Marcos, en la ciudad de Venecia - edificio maravilloso, de un esplendor oriental, hay columnas que, dicen, formaron parte de la gloria del templo de Salomón. Éstas columnas son de alabastro, firmes como el granito, pero tan transparentes en su pureza que la propia luz les traspassa. Así deben ser todas las columnas de la Iglesia - firmes en su fe, de carácter transparente, hombres simple, de convicción, de voluntad rígida, que no se inducen a la práctica del mal, ni se desvían del camino de la justicia y de la rectitud. A esos hombres la promesa es que se volverán columnas en el templo glorioso y tierno de nuestro Dios. ¿hasta que punto estamos firmes en nuestra vida espiritual? ¿Hemos mostrado, en nuestras actitudes, una convicción plena en el poder y en la gracia de nuestro Dios? ¿Hemos mantenido una vida transparente, obediente a la Palabra del Señor, sumisa a la voluntad de Cristo, inabalável en todas las circunstancias? Dios nos escogió para predicar su Evangelio, para impartir el amor que de él recibimos, para fortalecer los menos Fortes, para, como columnas, sostener aquéllos que aún no adquirieron experiencia en los caminos del Salvador. Cuando nos colocamos enteramente en las manos de Dios, nuestro testimonio es verdadero y constante. Cuando buscamos vivir según los preceptos de las Santas Escrituras, el camino por donde pasamos es alumbrado por el poder de Dios. Cuando aprendemos a caminar según la voluntad de nuestro Padre celestial, somos una bendición en Sus manos y las personas perciben algo diferente en nuestro vivir diario. Mejor que la vida abundante y feliz que experimentamos aquí en la tierra al andar en la presencia de Jesus es saber que un día haremos parte de las columnas gloriosas de nuestro Dios, en la ciudad celestial, para todo lo siempre.
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