Señor
Hoy me siento tan triste lastimada y confundida.
Cómo entender que en este mundo creado por tí,
el cual fue concebido con amor, exista tanta maldad.
Te pido que me des sabiduría
para comprender que no todos somos iguales.
Para no cansarme de mostrar paciencia
ante aquellas cualidades que no puedo comprender.
Te pido que me concedas la capacidad
de amar a aquellos que me hieren.
De poder mostrar generosidad con quienes nunca
han tenido un gesto de bondad conmigo.
A nunca dejar de regalar una sonrisa
hacia los que se voltean cuando me ven pasar.
A brindar siempre alegría a aquellos
que muestran un rostro sombrío.
Te pido que me obsequies la virtud
de no juzgar a otros, porque al fin y al cabo,
no conozco lo que hay dentro de su corazón.
En lugar de criticar y señalar, que yo pueda ayudarlos a levantarse.
Te pido el valor del perdón y el olvido,
para nunca recordar las palabras y acciones que me han dañado alguna vez.
Te ruego por el valor de la amabilidad
con las personas que nunca me han ofrecido su apoyo y ayuda.
Te suplico que nunca me canse de amar,
a pesar de que muchas veces
no me correspondan de la misma forma.
Señor, sólo puedo concluir que son seres que nunca
te han abierto las puertas de su corazón.
Que nunca se han detenido a escuchar que los estás llamando.
Te pido que me ayudes para ser luz a ellos,
porque tengo la esperanza de que algún día te conozcan
y descubran que el amor no tiene condiciones
y es un obsequio para ser compartido.
Te pido que podamos aprender que esta es la ley de la vida,
así como tú nos amas a todos por igual,
buenos y malos, y nunca te cansas de bendecirnos cada día.
Autora: Lydia Martínez Santiago
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