¿Soy yo acaso guardián de mi hermano? Génesis 4:9
Guardián – “El problema es de él.” “¡no puedo ser responsable por todo!” “Necesita madurar.” ¿Alguna vez te has escuchado decir algo así? En un sistema de mundo que enfatiza al individuo, frecuentemente diferimos el involucramiento, sintiendo como si lo mejor que podemos hacer es hacer responsable a la otra persona. Claro que desde la perspectiva bíblica la responsabilidad personal nunca disminuye. Eso radica en el corazón del pecador. Pero existe otro elemento de la perspectiva bíblica que ni podemos ignorar ni deferir. ¡Soy el guardián de mi hermano! De hecho, soy mucho más que su guardián, como lo demuestra el verbo hebreo.
La palabra es shamar (Guardían). Se utiliza en la asignación inicial dada por Dios. Adán y Havvah (Eva) debían guardar y cuidar el Jardín. Su desobediencia no elimino este requerimiento. Dios esperaba que el hombre gestionara la tierra. Ciertamente Qayin (Caín) supo de esta asignación divina. Pero él hace una distinción fatal y crucial. Mientras cuida la tierra como labrador de ella, su objetivo es adquirir beneficio para sí mismo por ese cuidado. Hevel (Abel) es una obstrucción en el camino de la adquisición de Qayin (Caín), en este caso una adquisición de bendición. Así que en el pensamiento de Qayin (Caín), Hevel (Abel) no le es útil. Ya no tiene obligación de guardián, puesto que no existe ganancia alguna para él.
Evidentemente, shamar (Guardían)no permite tales distinciones. Shamar (Guardían) es sobre la atención, preservación, guarda y custodia cuidadosa. Todos los matices de shamar implican obligación, no beneficio. Existe algo que hacemos porque Dios nos lo pide, no porque recibiremos recompensa personal. Ya sea cuidar la propiedad de otro, el bosque de las Amazonas, la finanzas puestas en nuestro cuidado o los hijos del vecino, nuestra motivación se basa fundamentalmente en la apreciación de Dios del universo. Le pertenece a Él y, por lo tanto, se me requiere que lo trate como El lo haría. Dicho sea de paso, shamar también se utiliza en conjunción con la Palabra de Dios. Requiere el mismo compromiso al cuidado y preservación.
Shamar es un verbo de obligación. También es un verbo de conexión. La obligación a Dios nos conecta a todos – el uno al otro, a la creación, al Creador. Shamar me ubica en el océano de la comunidad, no simplemente con los otros seres humanos sino con la creación misma. No es de sorprenderse que Sha’ul (Pablo) diga que toda la creación gime esperando el día en que la protección y guardia sea la norma. Qayin (Caín) es el primero barón ladrón. En su apreciación, la vida es sobre obtener lo que deseamos sin importar el costo. Su castigo no es la muerte. Es el enajenamiento de toda la comunidad, incluyendo la comunidad de la tierra. Aquel quién utilizó cualquier medio para adquirir pierde todo lo que tiene. Medida por medida.
Cuán peligroso es el camino de Qayin, no como asesino sino como adquiridor sin shamar. Un hombre quién desconoce su obligación a otros es un hombre que hará cualquier cosa para obtener lo que desea. Tal hombre deambula entre las bestias salvajes.