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REFLEX. DE ESPERANZA- JAIME BATISTA C.: La actitud es fundamental
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Es muy importante saber descansar, guardar silencio en medio de la confusión. Nos irritamos y agitamos cuando surge un imprevisto y lo abordamos con espíritu cansado y febril. Así echamos a perder la obra y propósito del Maestro. Cuando llegue la crisis, Él me dirá qué hacer. Las órdenes solo se dan en el día señalado. ¿Por qué voy a estar de mal genio, inquietarme o preocuparme por el contenido del sobre sellado que las contiene? Ya se revelarán los secretos cuando llegue la hora. Él me indicará qué decir en los momentos de crisis. No es necesario que prepare réplicas ni respuestas. ¿Qué diré a la hora de la muerte, a mí mismo o a mis seres queridos? Es lo de menos. Dios dirá. ¿Y si vienen sufrimientos o persecución? Es igual, Dios dirá.
J.H. Jowett (congregacionalista del siglo XIX)
La actitud es fundamental
Jerry era un tipo de lo más odioso. Siempre estaba de buen humor y hablaba bien de todo y de todos. Cuando le preguntaban cómo le iba, contestaba: «Si me fuera mejor, no sería uno sino dos». Era un gerente poco común. Administraba restaurantes y varios camareros lo habían seguido de un establecimiento a otro porque les gustaba su actitud. Era un motivador innato. Si un empleado tenía un mal día, Jerry se encargaba de hacerle ver el lado positivo de la situación. Su forma de ser me infundía bastante curiosidad. Un día le pregunté: —No entiendo, Jerry. ¿Cómo haces par ser siempre tan optimista? —Al levantarme cada mañana —respondió—, me digo para mis adentros: «Jerry, hoy tienes dos opciones: estar de buen o de mal humor». Y decido estar de buen humor. Cada vez que pasa algo malo, puedo elegir entre ser víctima y aprender de ello. Elijo aprender de ello. Cada vez que alguien viene a verme y se queja, opto por aceptar la queja o señalar el lado positivo de la vida. Y escojo el lado positivo. —Pero eso no es fácil —protesté. Jerry repuso: —Claro que es fácil. En la vida siempre hay que elegir. Al eliminar lo sobrante, toda situación nos brinda la oportunidad de elegir. Uno decide cómo reaccionar en las situaciones, cómo dejar que influyan los demás en su estado de ánimo. Estar de buen o de mal humor. Cómo enfrentar la vida. Reflexioné en aquellas palabras de Jerry. Al poco tiempo, dejé de trabajar en el restaurante y me establecí por mi cuenta. Perdimos contacto, pero lo recordaba con frecuencia cuando tenía que decidir cómo afrontar algo en la vida en vez de limitarme a reaccionar. Varios años después, me enteré de que Jerry hizo lo que no se hace jamás en un restaurante: Una mañana dejó abierta la puerta trasera, y entraron tres ladrones y lo asaltaron pistola en mano. Al tratar de abrir la caja fuerte, temblando por el nerviosismo, se le escapó la combinación. Los ladrones se dejaron llevar por el pánico y le dispararon. Afortunadamente, encontraron a Jerry con relativa rapidez y lo ingresaron con celeridad en un centro de traumatología. Luego de una operación que se prolongó por dieciocho horas y algunas semanas de cuidados intensivos, dieron de alta a Jerry con fragmentos de balas todavía incrustados en el cuerpo. Lo vi seis meses después del asalto. Le pregunté cómo estaba, y me respondió: —Si estuviera mejor, no sería uno, sino dos. ¿Quieres ver mis cicatrices? Decliné la invitación, pero le pregunté qué había pensado en el momento del robo. Jerry respondió: —Lo primero que me cruzó por la cabeza es que tenía que haber cerrado con llave la puerta trasera. Luego, cuando estaba caído en el piso, recuerdo que tuve que elegir entre vivir y morir. Y opté por vivir. —¿Tuviste miedo? —le pregunté—. ¿Perdiste el conocimiento? —Los paramédicos se portaron de maravilla —explicó Jerry—. No dejaban de decirme que no era nada serio. Pero cuando me llevaron a la sala de urgencias y vi la expresión de los médicos y las enfermeras, me asusté mucho. Les leí en los ojos que pensaban que era hombre muerto. Sabía que tenía que hacer algo. —¿Y qué hiciste? —le pregunté. —Mira, una enfermera corpulenta me hacía preguntas en ese momento. Una de ellas fue: «¿Es alérgico a algo?» Respondí que sí. En ese momento médicos y enfermeras hicieron una pausa para prestar atención a mi respuesta. Respiré hondo y exclamé: «¡A las balas!» Se rieron, y añadí: «Quiero vivir. Opérenme como si estuviera vivo, no muerto.» Jerry sobrevivió gracias a la pericia de los médicos y también a su asombrosa actitud optimista. De él aprendí que cada día hay que optar por vivir plenamente. La actitud lo es todo.
Este trance también pasará Si con paciencia soporto el mal que me sobreviene, y en los pesares y pruebas conservo la fe perenne;
si puedo guardar la calma cuando naufragan mis sueños sabiendo que Dios me ama si me olvida el mundo entero;
si me afirmo en la confianza en esta gran realidad: mañana será otro día y este trance pasará;
no habrá en la vida disgusto que me tumbe o desconcierte, porque sé que Dios me infunde las fuerzas que me sostienen. Y romperá las cadenas de oscuridad e inquietud con el alba que se acerca para inundarme de luz.
Helen Steiner Rice
El Dr. Alexander Whyte de Edimburgo era famoso por sus oraciones. Siempre encontraba algo por lo que dar gracias a Dios, aún en los momentos más difíciles. Una mañana, un feligrés se puso a pensar: «No creo que el pastor tenga nada que agradecer a Dios en un día como hoy». Pero Whyte inició su oración de la siguiente manera: «Te damos gracias, Señor, porque no todos los días son como este».
ORACIÓN PARA MOMENTOS DIFÍCILES Guárdame, Señor. La noche me va envolviendo en sus sombras. No tengo fuerzas para enfrentarla. Pero aunque soy débil, Tú eres fuerte, Señor. Hazme fuerte en Ti. Ayúdame a pasar la noche y saludar la luz del día con alabanza porque estás presente. Tú puedes hacer frente a todo contratiempo. Señor, gracias por protegerme.
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