Tal vez no sea la ilustración más espiritual que se pueda imaginar, pero no puedo evitar compartirla. ¿Recuerda aquellos programas de concursos en los que luego que cada uno de los participantes y ganadores de los diferentes segmentos eran puestos a prueba en su deseo por conseguir más? Por un lado el animador muestra los premios obtenidos, y les dice con toda tranquilidad: "Si lo desean pueden retirarse con lo que ya tienen pero... (y acá es donde cambia la entonación)... si prefieren pueden elegir el premio que está detrás de esa puerta". El final lo sabemos todos, mientras algunos de los que eligen la puerta obtienen un mejor premio, otros se llevan un fiasco y en lugar de retirarse con un amueblado de sala llegan a su casa cargando un florero con raíces marchitas. La falta de conocimiento de lo que hay tras la puerta brinda a los expectadores emoción, al participante nerviosismo e indecisión. ¿Qué haría usted en caso de saber qué hay detrás de la puerta? La decisión sería más sencilla. La escogencia sería menos dubitativa. Elegir no sería complicado. Un previo aviso de lo que está tras la puerta nos anima a cruzarla o no.
Eso es lo que hace Jesús al presentarse como la puerta: muestra lo que hay tras ella. Jesús se revela a si mismo como el lugar por donde al pasar encontramos dos elementos que mejoran cualquier ganancia obtenida hasta ese momento en nuestra vida: salvación y reposo. ¿Qué mejor lugar para encontrar perdón y salvación a nuestra alma que la cruz de Cristo? Darle la posición primordial a Jesús en nuestro corazón, cruzar por la puerta de la aceptación de su sacrificio y señorío en nuestra vida nos lleva al lugar donde podemos estar a salvo. A salvo de nuestras pasiones, a salvo de nuestras cadenas, a salvo de nuestras angutias, a salvo de la condenación que genera el pasado. Cruzar la puerta, que es Cristo, pone en resguardo nuestra vida y genera la confianza suficiente para disfrutar de los "delicados pastos donde nos hará descansar" (Salmos 23.2). Cruzar La Puerta nos conduce a un lugar de reposo para nuestras almas.
En medio de la agitada vida que solemos llevar, en el camino duro y complicado que nos toca transitar Jesús irrumpe y se muestra como La Puerta que nos permite accesar, no a un mundo ideal, sino a un mundo real en el que podemos vivir con total confianza y entereza que podemos vivir seguros, a salvo y reposadamente. Él revela con toda claridad lo que encontraremos al cruzar La Puerta, no esconde nada y nos garantiza un escenario mucho más excelente del que hemos alcanzado hasta ese momento con nuestro limitado esfuerzo. Sin embargo, una característica especial posee la puerta "es estrecha" (Mateo 7.14) ¿La implicación? El paso por ella es individual, nadie puede elegir por usted, usted no puede elegir por nadie. Atravesar por La Puerta es una decisión personal, disfrutar de los beneficios es una alección individual. Jesús muestra lo que hay del otro lado, se presenta como el paso hacia la salvación y la seguridad, pero la decisión es personal. Le corresponde a usted cruzar por ella o permanecer donde está.
Juan 10.9Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos..
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