Las reflexiones que a través de estos escritos se expondrán, serán ejemplos para ser comparados con lo que posiblemente haya pasado en nuestra vida y seamos interesados a aceptar la invitación hecha anteriormente, y a su tiempo, ser convencidos a convertirnos realmente en fieles creyentes de Jesús para ser liberados de las cadenas con las que el Tentador nos tiene cautivos en este mundo y empezar a vivir a plenitud en el Reino de Dios.
Sin duda, en el transcurso de los tiempos, el ser humano siempre se ha visto envuelto en diversas situaciones que no le han agradado de ninguna manera, ya que en ellas, ha sido lastimado profundamente en lo material, físico, sentimental o emocional, todo lo cual le hace creer que vino a este mundo a sufrir de cualquier forma y manera y no percibe un sendero que lo conduzca al camino de la paz y al amor duradero, así que por su misma ansiedad de sentirse reconfortado lo lleva a introducirse en diversos senderos, esperando encontrar algo que le indique como llegar a ese camino en el cual podría ser despojado de todo lo negativo que lo está lastimando profundamente para que la paz y el amor que desea, se haga realidad en su vida.
Así, pues, se introduce en el sendero de los pleitos y los reclamos con quien cree que es, o son los causantes de todas sus desdichas. O por el contrario, a la aceptación sumisa e incondicional de todo maltrato personal, social o familiar que ha recibido en forma física o hiriendo sus sentimientos o emociones; agresiones recibidas con acciones, palabras o actitudes. O bien, se introduce en el sendero de las lamentaciones, haciendo partícipes a la mayor cantidad posible de personas, familiares, amigos o conocidos, de todo lo negativo que le pasa y a qué, o a quién, hace responsable de todo ello para que se solidaricen con él, sin darse cuenta, de que en muchos de los casos él es la causa de lo que le pasa.