En estos días me puse a recordar a mis amistades.
Soy una persona feliz: tengo más amigos
de lo que imaginaba.
Eso es lo que ellos me dicen, me lo demuestran.
Es lo que siento por todos ellos.
Veo el brillo en sus ojos, la sonrisa espontánea y
la alegría que sienten al verme.
Y yo también siento paz y alegría cuando los veo y
cuando hablamos, sea en la alegría o sea en la serenidad,
en estos días pensé en mis amigos y amigas y, entre ellos,
apareciste tú.
No estabas arriba, ni abajo ni en medio.
No encabezabas ni concluías la lista.
No eras el número uno ni el número final.
Lo que se es que te destacabas por alguna cualidad
que transmitías
y con la cual desde hace tiempo se ennoblece mi vida.
Yo tampoco tengo la pretensión de ser el primero,
el segundo o el tercero de tu lista.
Basta que me quieras como amigo.
Entonces entendí que realmente somos amigos.
Tu no te preocupes del lugar que ocupas en mi
corazón ni el que yo tengo en el tuyo.
Sencillamente somos amigos, sin competencias.
Hice lo que todo amigo debe hacer:
Oré... y le agradecí a Dios que me haya dado la
oportunidad de tener un amigo como tú.
Era una oración de gratitud:
GRACIAS POR TU AMISTAD !!!