CORAZONES ROTOS
El corazón de la mujer, es la zona más emotiva de todo su cuerpo, y la parte más elevada de todo su ser.
El alma de nosotras las mujeres es tan frágil y entregadamente fiel, porque está compuesta de sentimientos cálidos y tibios como los rayos matutinos. Sin embargo, puede que ni aún así, el hombre (hay excepciones), sea capaz de verlo claro ni pensar tan alto, como lo puede lograr una mujer que va por la vida, remendando con los hilos de ternura, su propio corazón.
¡Duele!… Duele tanto cuando nos rompen el corazón, porque no hay respiros del alma, ni treguas, ni suspiros que cierren las heridas con esperanzas fallidas, o sueños vestidos de luz que pueda soportar la melancolía, la tristeza, la soledad y el dolor.
¿Cómo se puede arreglar un corazón que tiene fugas? ¿Cómo se pueden llenar esos vacíos existenciales?, ¿Cómo se puede reaccionar cuando la sangre se congela en las venas y el corazón deja de latir? ¡Imposible! -pensarán ustedes tal vez amigas queridas-
Pero la mujer que lleva roto el corazón porque le han asesinado cobardemente sus sentimientos, es todavía más afortunada (aunque suene irónico decirlo así), más digna, más capaz y la mejor candidata para mirar de frente al sol, pues cuando se tiene el corazón roto en mil pedazos, se está en mayores posibilidades de lograr las más grandes hazañas: Conocer la belleza oculta del dolor que nos acerca a Dios, purificándonos en el río de nuestras lágrimas, único y más grande valor espiritual de la íntima alegría, pintadita con el nacar secreto del perdón.
¡Con el corazón de una mujer no se juega!, y… Ay, de aquél que se atreva a hacerlo, porque irremediablemente quedará borrado del mapa de la misericordia de Dios, hasta que aprenda que con la vara que midió será medido, y yo no estoy tan segura de que el hombre pueda soportar con tanto éxito que le rompan el corazón, ni podría perdonar tan fácilmente que le asesinen sus sentimientos, con la misma fuerza, valor y dignidad que lo puede soportar una mujer. ¿Saben por qué?
Porque la mujer tiene su fuerza y su pureza más excelsa en el corazón, en cambio el hombre la lleva en sus puños. Es por eso que la mujer siempre reacciona sentimentalmente y el hombre siempre tiende a hacerlo por naturaleza, de manera violenta.
Así que amigas queridas, si no deseamos más golpes en el corazón, pues no nos pongamos al tú por tú, ni jueguemos con sansón a las patadas, porque saldremos perdiendo. Quien se mete en las patas de los caballos sabiendo cuán fuerte patean, inexorablemente terminaremos pateadas mis reinas bellas.
Conservemos la delicadeza nata que nos caracteriza como reinas de la naturaleza, utilecemos estrategias de ternura, comprensión y amor, aunque no siempre nos sea valorado ¿y qué?… ¿no es acaso mayor el gozo que se siente en dar amor, en vez de recibirlo?
No temas mujer a la espada reparadora, ni blandas nunca con tus manos de mujer, ninguna espada vengadora. Atrévete a juntar uno a uno los mil pedazos de tu roto corazón y vuélvelo a entregar, pero hazlo con la convicción de que al brindarlo nuevamente, también se lo entregas a Dios.
¡Que la paz sea siempre en tu corazón de mujer!