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Hoy… Dios Sanará Mis Divisiones Internas.
. De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Y si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace sino el pecado que habita en mí”. Romanos 7:19,20. A lo largo de tu caminar con el Señor, te sentirás como una persona dividida. Tu corazón y tu mente quieren guardar las palabras del Señor, pero tu carne quiere seguir los susurros del pecado. Aquí el camino se va haciendo más angosto, con pendientes empinadas y caídas mortales a ambos lados. Por raro que suene, y por muy fácilmente que pueda convertirse en libertinaje para que los corazones impenitentes hagan lo que quieran, todavía debe decirse lo siguiente: cuando hacemos lo que sabemos que está mal, y terminamos practicando justamente las cosas que sabemos que no debemos hacer, estamos, en un sentido profundo, de acuerdo con la Palabra de Dios, “reconociendo que es buena” (Romanos 7:16). En otras palabras, reconocemos que Su Palabra es verdadera y justa; identifica correctamente al pecado como pecado. La razón por la que sabemos que la actividad es mala es porque la Biblia dice que es mala. Por esta razón, no queremos hacer lo malo; estamos de acuerdo con lo que la Biblia dice acerca de su maldad. Estamos “oyendo” lo que Su Palabra dice, en lugar de descartar su comentario sobre esto.
Puesto que queremos “guardar” Su Palabra, una parte de nosotros quiere evitar el mal comportamiento. Como Pablo lo experimentó directamente, nuestra carne está ligada al pecado, nuestras inclinaciones naturales son ir en contra de la verdad esencial de Dios. Sin importar qué tan espirituales lleguemos a ser, nuestra carne siempre va a ser carnal y capaz de “darnos órdenes” como un capataz cruel. Nuestro ser interior, la parte de nosotros que ha sido regenerada y nacida de nuevo en el Espíritu, detesta el pecado. Odia el pecado que nos arrastra. Nuestro yo interior está de acuerdo con la Palabra de Dios. Nuestra carne ejerce su influencia para forzarnos a hacer algo que por completo reconocemos que está mal. Quisiéramos ser más fuertes para resistir la tentación del pecado, y muchas veces lo somos. Pero en esas ocasiones en las que no somos capaces de decir no, podemos ver la maldad que todavía reside en nuestra carne. Descubrir qué tan carnales podemos ser en ocasiones, trae gran desilusión. Aunque tratamos de negar nuestros anhelos carnales, no siempre tenemos éxito, y eso simplemente prueba que hay una gran guerra llevándose a cabo en nuestro interior. Si simplemente rindiéramos nuestra carne y no nos importara hacer algo mal, no habría una batalla librándose entre nuestro consciente y nuestras ansias de pecar. Si no pusiéramos atención a Su Palabra que nos dice que esa actividad está mal, no estaríamos afligidos por hacerla. Pero definitivamente nos importa, y ese es el motivo por el cual nos sentimos tan mal por hacer lo malo. Qué torturador es estar todavía tan atado a los deseos pecaminosos aun cuando estamos tan enamorados de Jesús… ¿Cómo nos ve Él? ¿Como hipócritas? ¿Como mentirosos y estafadores espirituales? ¡No! Él sabe que no podemos salvarnos a nosotros mismos, ni tampoco nosotros podemos guardarnos a nosotros mismos. Él vino a libertarnos para la eternidad, y está complacido de poder concedernos perdón y libertad cada día. Todo por Su gracia, “no hay ahora condenación para los que están en Cristo.” Hoy..Se que en mi mismo no puedo..pero Él puede en mi. Señor, que tan dividido estoy dentro de mi. Hoy vengo ante ti, para que me ayudes a vencer y vivir en tu voluntad. Amén. Dr. Daniel A. Brown. MIGDALIA
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SIEMPRE ES BUENO LEERTE ELVIRA , GRACIAS PUES TANTO Tù COMO LOS DEMàS HERMANOS Q CONTRIBUYEN DìA A DìA EN ESTE PEQUEÑO PERO GRAN GRUPO FORJAN EL CIMIENTO DE TODO èSTO. GRACIAS NUEVAMENTE. CARMEN |
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