Calor
"Después de esto, como Jesús sabía que ya todo había terminado, y para que se cumpliera la Escritura dijo: Tengo sed." Juan 19:28 "
Hace ya varios días que estamos sufriendo temperaturas de mas de 35 grados centígrados. La ciudad no esta acostumbrada a tanto calor y nos vivimos quejando. Todos estamos molestos tratando de eludir al calor.
Algunos lo logran en la oficina con aire acondicionado. Otros se quedan en la piscina, los menos afortunados usan ventiladores y sacan aguas de los grifos de la calle de agua. Nos secamos la transpiración que se cuela por las cejas y llega hasta el ojo. La ropa esta pegajosa y húmeda, los pantalones molestan, caminar por la calle se hace insoportable, y el asfalto se derrite por el calor.
Llegamos a casa a la noche y el calor no afloja. Hay que tomar mucho liquido, evitar el sol y permanecer en lugares frescos, advierten los noticieros. Y mientras sudaba, pensaba en Jesús.
Estuvo colgado en la cruz durante seis horas. Había pasado toda la noche sin dormir siendo golpeado e insultado por los guardias del templo. De allí lo llevan a que Pilatos lo juzgue y tras la parodia del juicio comienza el tormento romano. Golpes de puño, latigazos que abrían la piel hasta el hueso, el manto púrpura que pusieron sobre su espalda y que luego de un rato, cuando la sangre se había secado y estaba pegado a las heridas, arrancaron sin piedad. La corona de espinas de cinco centímetros de dura madera que dolía cada vez más. Y finalmente los gruesos clavos oxidados que atravesaron las muñecas y los tobillos de Jesús.
Y cuando parecía que lo peor había pasado, levantan la cruz y la dejan caer sobre el pozo para que quede parada. Un golpe terrible que desgarra los hombros, agranda las heridas de las muñecas y duele hasta lo imposible.
Seis horas estuvo colgado pendiendo de los clavos que le atravesaban las muñecas sin poder respirar porque la posición oprimía los pulmones y dificultaba la respiración. Las moscas se pegaban a la sangre que cubría el cuerpo de Cristo. La traspiración y el calor se hacia insoportable. No se podía rascar, no podía descansar, no podía cambiar de posición cuando los calambres lo torturaban. El dolor era intenso y enloquecía a los reos, hasta que dijo: Tengo sed.
Si piensas que la ciudad es un infierno, que hace demasiado calor para ir a la reunión, que mejor te quedás en casa abajo del ventilador, que estas muy cansado para orar a Dios y para leer la Biblia hoy porque estas molesto por el calor, no tienes idea de lo que eligió sufrir Jesucristo, solo porque nos amaba a tí y a mi. El eligió morir de esa manera para salvarnos, porque no había otra manera.
En lugar de quejarte por lo que estas padeciendo, agradecele a Dios que Jesús ocupo tu lugar y te hizo evitar el sufrimiento de la cruz. Eso es amor. Y Cristo lo quiso hacer por tí y por mi.
El amor es mas fuerte.