El amor que nos salva
"“Dios prueba que nos ama, en que, cuando todavía éramos pecadores Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8)
Una vez un hombre se encontraba en la cima de una colina, cerca de su granero cuando, sintió que la tierra se movía y observó que el mar se estaba recogiendo formando una tremenda ola. Cuando miro abajo en el valle se encontraba sus vecinos trabajando en el campo que muy pronto iba a ser inundado por las aguas del mar. Ante ese peligro corrió a su granero y lo incendio tocando fuertemente las campanas, esperando que los vecinos acudieran rápidamente para sofocar el incendio.
Los vecinos subieron de inmediato para ayudarlo con el incendio que se estaba produciendo en su granero. Cuando llegaron arriba y vieron el campo inundado completamente, se dieron cuenta que el vecino había sacrificado todo su granero para salvarlos de una muerte inminente. Aquellas personas sintieron una profunda gratitud por ese hombre que había entregado todo su granero para salvarlos, por lo cual le hicieron un gran reconocimiento.
Hay una historia grandiosa que nos relata de cómo Dios salvó a toda la humanidad, incluyéndonos a nosotros mismos de la horrenda esclavitud del pecado. En la cima de un monte un día Jesús el hijo de Dios dio su vida como sacrificio para toda la humanidad. “El castigo que sufrió nos trajo la paz por sus heridas alcanzamos salud” (Isaías 53:5).
Dios en su inmenso amor nos entregó su propio hijo para salvarnos del pecado. La Biblia nos dice: “Si Dios no nos negó ni a su propio hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos también, junto con su hijo, todas las cosas? “ (Romanos 8:32). Al igual que el hombre que salvó a sus vecinos, Jesús en una forma grandiosa, nos dio todo lo que poseía, inclusive su propia vida y lo dio por su inmenso amor hacia nosotros.
A pesar de las amenazas que nos acosan en la vida podemos obtener la salvación de la esclavitud del pecado, y de esta manera conseguir la paz y la alegría espiritual, por medio de una vida personal íntima y llena de confianza en Cristo. Quizás no tengamos un granero para entregar, pero tenemos amor para dar y podemos darlo espontáneamente como agradecimiento por lo que nuestro Señor Jesús nos ha dado. Podemos entregar palabras y acciones de amor hacia las personas que nos rodean y que serán el mejor reconocimiento de gratitud por el amor que Dios nos entregó y que nos salva en Cristo.
GRACIAS A LA HERMANA SILVIA POR EL FONDO
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