TESTIMONIO
AMÉN. GRACIAS, DIOS
Pasaje del día: 2 Reyes 4:8-37
Versículo del día: 2 Reyes 4:32-33
Cuán difícil es aprender a decir conscientemente estas palabras,
sobre todo en los momentos de gran prueba o cuando tenemos que cargar una cruz.
Es indescriptible el dolor que se siente al ver al borde de la muerte a un hijo.
Ese dolor lo he sentido durante veinte años.
Mi primera hija nació con un mal congénito en su corazón.
A los nueve meses los médicos la desahuciaron
y me indicaron que por cualquier gripe o mal sin mucha importancia
o gravedad moriría, y que no pasaría del año.
Un día mi hija dejó de respirar.
Estábamos recién llegados en la ciudad y alojados en un hotel.
No conocíamos a nadie.
En ese momento vino a mi mente la historia del hijo de la sunamita
que resucitó por la oración de Eliseo. Clamé a Dios por la vida de mi hija
y se me concedió mi petición. Esta situación se ha repetido sinnúmero de veces.
Mi desesperación y dolor por la impotencia
de no poder hacer nada por ella es terrible;
pero cada año que pasa puedo sentir que Dios
me fortalece por medio de su Espíritu Santo
y tengo un amor genuino hacia Jesús, quien también murió por mi hija.
Mi hija sigue viviendo y desconcertando a los médicos.
Si bien, como madre, siento un dolor desgarrador
por la impotencia de no poder de alguna manera
evitar el sufrimiento a mi hijita, sé que no estamos solas
y que Dios no deja inconclusa su obra.
Lo único que repito es: "Señor,
aunque no te entiendo, sé que todas las cosas nos ayudan a bien
y tú tienes un propósito con nuestras vidas"
Amiga, si pasa pruebas parecidas,
aunque no comprenda del todo el porqué de lo que está sucediendo,
tenga la certeza de que Dios está con usted y que entiende todas sus situaciones.
Después de cada prueba verá que ha crecido un poco más
espiritualmente y entenderá que para Dios no hay nada imposible.
Mábel de Escobari
Bolivia
Biblia Devocional de la Mujer