Para interpretar la Biblia, no se fíe de gente supuestamente «competente». Emprenda su lectura con respeto, dejando que ella le hable.

       Según una idea muy compartida hoy en día, comprender las “Sagradas Escrituras” es asunto de especialistas. Muchos confían en ellos, así como lo hacen con su médico respecto a su salud. Pero en su Palabra Dios declara que no reconoce ningún intermediario entre él y nosotros, sino Jesucristo hombre (1 Timoteo 2:5). Léala usted mismo sabiendo que Dios se dirige directamente a usted.

       Otra idea equivocada es afirmar que para comprender la Escritura se necesitan capacidades intelectuales. Pero los pensamientos de Dios están a tal punto por encima de los nuestros (Isaías 55:9), que el más brillante de los cerebros no podría escudriñarlos. Dios nos ha dado su Palabra para que la creamos, porque es él, el verdadero Dios, quien nos habla y merece nuestra confianza.

       ¿Hay pasajes difíciles? Pídale al Señor que le ayude. No dejará de hacerlo, sea directamente mediante su Espíritu, o quizá con la ayuda de otro creyente o de un comentario escrito. Pero es necesario empezar por creer. ¿Qué se pensaría de un niño que pidiera una explicación a su padre, sin estar dispuesto a aceptarla?

       Cualesquiera sean sus capacidades, no vacile en leer la Biblia, pidiendo al Señor que le haga descubrir quién es él. Abórdela con fe, que es la «competencia» requerida.

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