¡Oh Dios, de mi debilidad y mi fortaleza, de mi tristeza y de mi alegría, de mi soledad y compañía,
de mi incertidumbre y esperanza!
En la noche de mi enfermedad
me pongo en tus manos de Padre: Alumbra esta oscuridad con un rayo de tu Luz, abre una rendija a mi esperanza, llena con tu Presencia mi soledad.
Señor, que el sufrimiento no me aplaste, para que también ahora sienta el alivio de tu Amor y sea agradecido a la generosidad de cuantos sufren conmigo.
Amén
¿RESIGNACIÓN? SÍ, PERO HAY MÁS
Jesucristo nos enseña que ante el sufrimiento y la enfermedad podemos aprender a no quejarnos, podemos vivir sin amargarnos, y que es necio maldecir a Dios o nuestra existencia.
Él espera que seamos capaces de recapacitar y buscarlo en medio de la oscuridad de la enfermedad y el dolor, porque desea que aprendamos a confiar plenamente en Su voluntad, y aunque a veces eso signifique que debemos aceptar nuestra situación, también debemos estar atentos por si acaso Él desease llevarnos a un nuevo nivel de fe.
Porque sí, porque Dios es muy capaz de hacer otra vez un milagro y sanarnos de cualquier enfermedad, por grave que esta sea.
No sería la primera vez, en Su Palabra (la Biblia) encontramos una gran cantidad de situaciones en las que Jesús sanó milagrosamente a personas que estaban gravemente enfermas.
A continuación puedes leer algunos de esos relatos, pero, antes abre tu corazón y mientras lees, escucha atentamente Su voz, quizás Él quiere hacer hoy un milagro en tu vida.
«Jesús recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas, predicando las buenas noticias del Reino de Dios y sanaba a todos los que estaban enfermos. Y se difundió su fama por toda Siria y le traían a todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los que sufrían padecimientos graves, los epilépticos, lunáticos y paralíticos, y a todos ellos Jesús los sanó» MATEO 4:23-24
«Y he aquí que se le acercó un hombre enfermo de lepra y se postró ante El y adorándole, le dijo: -Señor yo sé que Tú puedes sanarme, ¿quieres hacerlo? Jesús puso la mano sobre él y le respondió: -Quiero, ¡sé limpio, quedas sanado!. E inmediatamente su lepra desapareció, y fue limpio y sanado» MATEO 8:2-3
«Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto, porque decía dentro de sí: -Si tocara solamente su manto quedaría sana. Jesús volviéndose y mirándola dijo: -Ánimo hija, tu fe, te ha sanado. Y la mujer fue sanada en aquel mismo instante» MATEO 9:20 22
«Pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos gritando, “¡Ten compasión y misericordia de nosotros Hijo de David! Cuando Jesús llegó a la casa y entró, los ciegos se le acercaron y Jesús les preguntó: -¿Creen ustedes que puedo sanarles? Y ellos le contestaron: -Sí Señor lo creemos. Entonces Jesús tocó sus ojos y les dijo: -Conforme a la fe que ustedes tienen y su confianza en Mí sea hecho, y los ojos de ellos fueron abiertos y recobraron la vista» MATEO 9:27 30
«Y una gran multitud se le acercó y le traían cojos, ciegos, mancos, mudos, y otros muchos enfermos, que pusieron a los pies de Jesús y Él los sanó, de modo que la gente estaba asombrada viendo a los mudos hablar, a los mancos hechos completos, los cojos andar, y a los ciegos ver. Y adoraban y glorificaban a Dios» MATEO 15:30-31
«Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron diciendo: -¡Señor, Hijo de David, ten misericordia y compasión de nosotros! Y la gente les reprendía para que se callasen, pero ellos clamaban más fuerte, diciendo: -¡Señor, Hijo de David,
ten misericordia de nosotros! y deteniéndose Jesús, los llamó y les preguntó: -¿Qué quieren que haga por ustedes? Ellos le contestaron: -Señor, que sean abiertos nuestros ojos y recobremos la vista. Y Jesús lleno de compasión, les tocó los ojos y en seguida recibieron la vista y lo siguieron» MATEO 20:30-34
«Y vinieron a Él en los pórticos del templo, ciegos y cojos, y los sanó» MATEO 21:14
«Y cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que sacaban fuera a un difunto, único hijo de una viuda. Y como el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: -No llores. Y acercándose, tocó el féretro, y los que lo llevaban se pararon. Y dijo: -Joven, a tí te digo, ¡Levántate!. Entonces el muchacho se incorporó, se sentó y comenzó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre» LUCAS 7:12-15
«Jesús enseñaba en una sinagoga en día sábado, y había allí una mujer que tenía un espíritu de enfermedad desde hacía dieciocho años y andaba jorobada y de ninguna manera se podía enderezar. Y como Jesús la vio, la llamó y le dijo: -¡Mujer, quedas libre de tu enfermedad! Puso las manos sobre ella; y en ese momento ella se enderezó y comenzó a glorificar y alabar a Dios dándole gracias» LUCAS 13:10-13
«Y entrando en una aldea, vinieron a su encuentro diez leprosos, que desde lejos le gritaron: -¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Y El les dijo: -Id y mostraos a los sacerdotes, y mientras ellos iban, fueron limpiados y sanados» LUCAS 17:12-14