Doscientas cebollas
Cuenta la leyenda acerca de un ladrón que robó 200 cebollas. Antes de que huyera, los empleados de la finca lograron capturarlo y entregarlo a la policía. El caso fue llevado a juicio y el magistrado pronunció la siguiente sentencia: "El acusado es hallado culpable y debe pagar 10 monedas de plata."
El ladrón rápidamente alegó que ésta era una multa demasiada alta. Entonces, el juez resolvió brindarle otras dos alternativas, recibir 30 latigazos o comerse 200 cebollas.
El ladrón pensó por un momento en lo menos doloroso y decidió comerse las 200 cebollas. Sin embargo, cuando sólo se había comido unas 12 cebollas, sus ojos ya estaban hinchados y su estomago le quemaba como si fuera el mismo infierno. El ladrón se dio cuenta que no podría comerse las 188 cebollas que faltaban, entonces suplicó al juez que le administrasen los 30 latigazos. El juez aceptó.
Cuando el látigo golpeó su espalda por décima vez, el ladrón imploró que suspendieran el castigo porque no podía soportar el dolor. Para sorpresa de todos, el ladrón terminó pagando las 10 monedas de plata.
Finalmente, el juez pronunció las siguientes palabras: "Si hubieras aceptado la multa desde el principio, te habrías evitado comer las cebollas y recibir los latigazos que perforaron tu espalda. En definitiva, ¿Valió la pena robar 200 cebollas?"
Esta leyenda me recuerda aquel pasaje de la Biblia que dice así: "No se engañen; de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra."
Gracia y paz en abundancia!
Buen fin de semana!
Andrea
AMIGOS UNIDOS EN CRISTO
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