Iba un pequeño barco pesquero saliendo de la orilla del mar y ¡vaya movimiento que se siente en la pequeña embarcación!, se necesita ser muy del mar para no sentir el mareo y las ganas de bajarse y echar a correr. La barquilla se movía graciosamente al ritmo de las olas, pero los marineros sufrían las consecuencias de aquel vaivén... uno de ellos recibió órdenes de subir a un mástil, y a medida que subía se sentía peor... el capitán de aquel barco le gritó: ¡Si no quieres sentirte mal, mira hacia arriba!
Que bien nos viene esta pequeña anécdota a todos los seres humanos: si no queremos marearnos con las cosas atractivas de éste mundo, debemos mirar hacia arriba, implorar al cielo que nos llene de deseos espirituales, que veamos claro que en la vida no sólo se vive para comprar cosas y satisfacernos en todo, para así estar contentos y felices; que muy por el contrario, las cosas que llenan plenamente la vida no se pueden comprar... porque no tienen precio.
Que bien nos haría en nuestra vida MIRAR HACIA ARRIBA y pedirle a Dios: - Humildad para aceptar nuestra vida como es y conformarnos con lo que tenemos y con lo que somos, sin desear tener mucho...
- Que nos llene el alma de amor para poder vivir una vida digna, para poder darle momentos bellos a los demás...
- Ayuda para ser mejores, sencillos de corazón y vivir con alegría..
- Aprender a dar amor y a darnos a los demás con verdadera entrega y desprendimiento, sin esperar recibir todo de ellos...
- Generosidad para compartir todo lo que El nos ha dado, como nuestros talentos y virtudes.
- Fortaleza para no apegarnos a las cosas materiales... a nada ni a nadie, porque todo lo que tenemos en esta vida es prestado por Dios, porque al final nada nos llevaremos, solo las obras buenas y la alegría de haber vivido una vida llena de Dios. Eso es lo único que podemos llevarnos de este mundo.
Levanta la vista y con la mirada puesta en Dios, haz el bien, que es camino de la felicidad eterna.
TOMADO DE LA RED
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