Lados opuestos
"Y así mataron ustedes al que nos lleva a la vida." Hechos 3:15"
Pedro en este discurso suena un poco agresivo. Le estaba hablando a los judíos que algunas semanas antes habían estado presentes en la crucifixión de Jesucristo. Muchos de ellos habían escuchado y visto los acontecimientos terribles de aquella pascua, y tal vez muchos ya se habían olvidado.
Pero Pedro, parado en medio del templo de Jerusalén, grita a los cuatro vientos esta acusación impactante. No había atenuantes para estas palabras. No se podían disimular con nada. Pedro quería decir exactamente lo que estaba diciendo.
Es una característica de su personalidad esto de ser frontal y directo. Para bien o para mal, Pedro era así. Y ese día, sin pelos en la lengua dijo lo que tenia que decir.
No le importo lo que pensaran los oyentes, ni si se iban a ofender. No le importo que escucharan los soldados romanos, o los líderes fariseos. El tenía que decir algo y lo dijo.
Planteo el tema con claridad. Vivimos en lados opuestos. La gran mayoría de la humanidad, hoy vive en el grupo que eligió crucificar a Cristo. Solo unos pocos, cambiamos de grupo.
Solo algunos, entendimos que ese acto fue una muestra de amor supremo para salvarnos de la condenación del infierno, y arrepentidos, pedimos perdón. Pero en realidad, todos, en algún momento, estuvimos en el lado opuesto.
Es terrible pensar que matamos al que nos dio la vida. Somos los culpables de haber condenado a muerte al autor de la vida. El Eterno murió por tu culpa y por la mía. Y esto no tiene atenuantes.
No hay manera de disimular esta verdad tan cruda. Pedro tenía razón. Tú y yo somos tan culpables como aquellos judíos por la muerte de Cristo. Fueron tus pecados y los míos los que lo llevaron a morir en esa cruz. Por nuestra culpa, el autor de la vida, murió.
Cuando los judíos escucharon esto, se dieron cuenta de su error y se arrepintieron. Se dieron cuenta que habían estado equivocados y cambiaron de lado. Modificaron su manera de vivir.
Hoy también, la cruz de Jesucristo, es un llamado a la reflexión. Es un faro que ilumina la vida, y nos motiva a mirar para adentro y ver si de verdad, nos importa tanto, si es tan significativa para nosotros como debería serlo. Porque si de verdad te importa, si ese acto único de amor significa algo para tu vida, es necesario que lo demuestres cambiando tus malos hábitos, alejandote de los legalistas que envenenan el alma de los creyentes.
No hacerlo, es seguir estando en el lado opuesto.
No vivas como un culpable. Ya estas perdonado.
GRACIAS A LA HNA. SILVIA RODRIGUEZ POR EL FONDO
AMIGOS UNIDOS EN CRISTO
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