Retomando con Abraham, ahora, era el momento de completar la visión que Dios le había comenzado a mostrar en Gn. 12:1-3 hasta aquí había sido una visión particionada e intangible, pero, en el versículo 6 y 7, tiene frente a sus ojos su herencia en Dios: • Gen 12:6 Y pasó Abram por aquella tierra hasta el lugar de Siquem, hasta el encino de More; y el cananeo estaba entonces en la tierra. • Gen 12:7 Y apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra.
Esta visión dada por Dios a Abraham trascendió a Abraham mismo, pues, no podría su descendencia haber recibido toda esta tierra, sin que él antes se multiplicara por miles, por medio de su hijo, nieto, bisnietos y tataranietos. Es por esto que, luego de que los hijos de Jacob (Israel, nieto de Abraham) vinieran a vivir a Egipto, y se multiplicaran hasta ser una gran nación, Dios llamó a Moisés, para continuar con el Plan; es decir, otra fase. Un plan que solo llevaría 11 jornadas de camino concretarlo (Deuteronomio.1:2) ya que iban a paso muy lento pues, iban haciendo campamentos en el camino, porque en realidad podrían haber demorado mucho menos. Desde el monte Horeb hasta las mismas puertas de la tierra prometida en Cades-barnea, sólo los separaban 161 kilómetros; pero, tardaron 40 años por la incredulidad y la consecuente desobediencia del pueblo de Israel, por lo cual toda una generación murió en el desierto, y desaprovechó la oportunidad de creer que Dios les podía llevar a una vida nueva, de abundancia y prosperidad; como lo describe: Hebreos 4:2 Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. Así también, muchos cristianos se pasan semanas, meses y años dando vueltas sobre el mismo lugar, pasando por las mismas circunstancias amargas y dolorosas en repetidas ocasiones. La razón es porque no se atreven a creerle a Dios, que Él es capaz de darles una vida bendecida y victoriosa. La Palabra de Dios dice acerca de Abraham que éste le creyó a Dios, no dice que creyó en Dios; Gálatas 3:6 dice: Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. El gran problema del Pueblo de Israel que salió de Egipto era, la contra-visión (falta de fe objetiva) que ellos guardaban en su corazón, lo que hacía que sus pies caminaran hacia Canaán, pero su corazón y su mente estaban aún en Egipto. Sus mentes estaban esclavizadas al pasado. Usted no puede pretender llegar a un lugar mirando hacia atrás. Debe soltarse de los miedos y amores del pasado que le han tenido paralizado y añorando; y poner sus ojos en un modelo perfecto de fe.
No tiene nada de malo imitar la fe de los hombres de Dios, como decía el apóstol Pablo. Pero, él no solo decía…Sed imitadores de mí, sino que agregaba, como yo de Cristo. Por lo tanto, no tema si está rodeado de desierto en su vida, sólo ponga sus ojos en Jesús (Hebreos 12:2) y considere las contradicciones que Él pasó (de las cuales, sin embargo, salió victorioso) para que su ánimo no se canse hasta desmayar, como dice: Hebreos 12:3 Los privilegios que tenemos con el evangelio son más grandes que los que había bajo la ley de Moisés, aunque en sustancia se predicó el mismo evangelio en ambos Testamentos. En todo tiempo ha habido muchos oyentes que no han sabido aprovechar la oportunidad de creer; y en la incredulidad se halla la raíz de toda esterilidad. La fe del que oye, es la que activa los recursos de Dios descriptos en su Palabra.
Una triste consecuencia del descuido parcial y de una vida ambigua (Santiago 1:8 El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos), vacilante y relajada es lo que, a menudo, hace que los hombres no la alcancen. Entonces, pongamos diligencia para que tengamos una entrada clara al Reino de Dios. Como Dios terminó su obra, y entonces descansó, hará que los que creen acaben su obra, y luego disfruten su reposo. (CBMH) Moisés se hizo viejo y murió guiando al pueblo en el desierto, habiendo cumplido otra fase del Plan de Dios para su pueblo. Por tal motivo, fue Josué por último a quien llamó Jehová para tomar posesión de la herencia (la Tierra Prometida a Abraham y a su descendencia) y llevar a cabo la fase final.
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