David en la escuela de Dios
Eliseo Apablaza F.
Aguas Vivas
Lecturas: 1 Samuel 13:14; 16:7; Hechos 13:22.
En estos versículos queda claramente establecido que David era un hombre conforme al corazón de Dios. Sin embargo, nos llama la atención que, en cierta ocasión, afligido por su pecado, él llegó a decir: "He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre" (Salmos 51:5). ¿Cómo David podía ser un hombre conforme al corazón de Dios, si había sido, al igual que todos los hombres, formado en maldad, y concebido en pecado?
Para explicarnos esto, tenemos que ver el carácter de David. Y si miramos su carácter, comprenderemos que éste es el fruto de una formación. David, desde pequeño, pasó por un aprendizaje, para que Dios –llegado el momento– pudiera decir: "Este es un varón con un corazón como el mío, que siente como yo, que piensa como yo".
Cristo, el modelo en la escuela de Dios
David pasó por una escuela: la escuela de Dios. Sabemos que todo sistema educativo tiene un modelo de hombre. Al niño se le recibe cuando pequeño, se le conduce por diversas instancias de aprendizaje con el propósito de que al final pueda llegar a ser cierta clase de hombre. David estuvo en la escuela de Dios. José y Moisés también. Pero el modelo de hombre en la escuela de Dios, ciertamente, no es David, no es José, ni Moisés. El modelo es Cristo.
"Y estando juntos los fariseos, Jesús les preguntó, diciendo: ¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo? Le dijeron: De David. Él les dijo: ¿Pues cómo David en el Espíritu le llama Señor, diciendo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo? Y nadie le podía responder palabra; ni osó alguno desde aquel día preguntarle más" (Mat. 22:41).
En este pasaje descubrimos que antes de que David existiese, el Señor Jesús ya existía. Y cuando dice: "Dijo el Señor a mi Señor", ese mi Señor es Jesús. El primer Señor que aparece en esta frase es el Padre, y el segundo Señor es el Hijo. Y aquí podemos concluir que David no fue primero, sino Cristo; cuando David nació, Cristo ya era. Y cuando David fue introducido en la escuela de Dios, el modelo era Cristo.
David vivió unos mil años antes que Jesús, pero lo llamaba mi Señor. La escuela de Dios tiene a Jesucristo como modelo, y Dios trabaja en los corazones de los que son introducidos en ella de tal manera que cuando salgan lleven la imagen, el carácter, de Cristo. En realidad, nadie que se haya rendido al Señor escapa de la escuela de Dios. Allí se nos introduce cuando nos consagramos al Señor, y desde ese día empezamos a transitar por sus aulas.
En 1 Samuel 16, Jehová habla al profeta: "Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey". Aquí hay algo interesante: Dios tiene un objetivo con David, y ese objetivo es que él llegue a ser un rey. Pero cuando Dios envía a Samuel, David era aún un muchacho. Entonces, para lograr el objetivo de que sea rey, Dios lo introduce en su escuela.
Y nosotros, ¿para qué estamos en la escuela de Dios? Las Escrituras dicen que él nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios el Padre. Por lo tanto, al igual que David, nosotros también tenemos esa meta: "De sus hijos me he provisto de rey". Es como si dijera: "De los santos en Temuco me he provisto de reyes". De tal manera, amados hermanos, que tenemos varias cosas claras: 1º Que estamos en la escuela de Dios, 2º Que el modelo en esta escuela es Cristo, 3º Que el objetivo es que nosotros, al final de los estudios, seamos reyes.
Un hijo menospreciado
Cuando Dios envía a Samuel a Belén, Isaí tenía ocho hijos varones. Samuel llega a casa de Isaí, ve a uno de ellos. Impresionado por su aspecto, dice: "Éste es el ungido". Mas el Señor le dice: "Yo no miro lo que tú miras; yo miro el corazón". Al seguir el relato, vemos que David era el menor de todos, y a pesar de ello, no era el favorito de su padre porque –siendo el menor– estaba en el campo cuidando las ovejas.
¿Qué padre era Isaí, que manda al hijo más pequeño a cuidar las ovejas? David estaba allí rodeado de peligros. Podríamos pensar que Isaí fue un mal padre. Pero en verdad David estaba en la escuela de Dios. Y Dios guió a Isaí en la forma como tenía que tratar a ese alumno. Esta experiencia de no haber sido regalón, de haber sido el más expuesto a los peligros, permitió a David llegar a tener el carácter del cual Dios pudo decir: "Es un varón conforme a mi corazón". La primera experiencia, por tanto, fue haber sido el menor y no haber sido el más amado por su padre.
Dijimos al comienzo que el modelo en la escuela de Dios es Cristo; o sea, la experiencia de David era una copia de la que Cristo habría de vivir. Ustedes recuerdan cómo el Señor Jesús fue despreciado por sus hermanos, tal como David lo fue entre los suyos.
Cuando su hermano mayor, Eliab, encuentra a David en el campo de batalla (David estaba allí por encargo de su padre), lo saca para un lado y le dice: "¿Por qué has venido acá? ¿Al cuidado de quién dejaste las pocas ovejas que hay en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón". "Conozco la malicia de tu corazón". Esto es lo que dijo Eliab, pero Dios dijo: "Este es un varón conforme a mi corazón". ¿Ven la diferencia?
David fue menospreciado en la casa de su padre. No sólo Isaí fue un profesor severo; sus hermanos también lo fueron. Pero todo esto, en realidad, nos habla de Cristo. Porque la Escritura dice que ni aun sus hermanos creían en él, y en otra ocasión dice que lo fueron a buscar porque creyeron que estaba loco.
Entonces, la primera experiencia en la escuela de Dios para la formación de un siervo a la imagen de Cristo es que el siervo (o la sierva) de Dios ocupa el último lugar entre sus hermanos. No sé cuál es la experiencia personal de cada uno de ustedes, pero de alguna manera el lugar que usted ocupa entre sus hermanos es el menor. Tal vez haya un hermano más inteligente que usted, que no es creyente; o un hermano que es muy exitoso en el mundo; tal vez usted siempre, de niño, fue muy tímido; a lo mejor nunca le fue bien en la escuela; o no fue el favorito de su padre.
¿Cómo Dios forma a sus siervos? Lo primero que hace él es tomar lo que no es, lo despreciable, lo vil, para que nunca la gloria sea del hombre; para que ese siervo, cuando sea graduado, cuando llegue a ser rey, nunca se envanezca o piense que Dios le escogió porque era el mejor en la casa de su padre.
¿Se acuerdan lo que dijo Gedeón cuando Dios lo escogió para encomendarle un trabajo?: "Ah, Señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo soy el menor en la casa de mi padre". Y no sólo eso: "Mi familia es la más pequeña en la tribu de Manasés". Mira a tu padre, mira a tu madre; ¿no son los menores dentro de su propia familia? ¿Cuál era el lugar de David entre sus hermanos? El menor, el más maltratado de todos. Esa es la escuela de Dios.
¿Hay alguno entre nosotros que, después de haber recibido la gracia de Dios, de haber sido levantado por Dios a una cierta posición, pudiera decir: "Dios me escogió a mí porque soy mejor"? El Señor nos libre de decir y aun de pensar algo así.
Hemos estado hablando últimamente acerca de cómo obra Dios para obtener hijos maduros. Cuando revisamos la historia de José, nos dimos cuenta cómo tuvo que bajar de su condición de hijo favorito, llegar a ser un esclavo, después un reo, para al final ser exaltado como gobernador de Egipto. El caso de David es similar en muchos aspectos.
Ustedes saben que el Padre dijo, por lo menos en dos oportunidades respecto del Señor Jesús: "Este es mi Hijo amado, en el cual tengo contentamiento". Las palabras que el Padre dice del Hijo son más altas que las que dice de David. De David dice: "Es el varón conforme a mi corazón". Del Señor Jesús dice: "En él tengo contentamiento".
Podemos entonces concluir que para que David llegara a tener ese corazón, hubo de ser transformado según la imagen de Cristo, según el corazón de Cristo. David fue concebido en pecado; no había esperanza para él. La única esperanza estaba en que Dios lo transformara. La única esperanza para nosotros es que Dios nos transforme.
El pastor en la soledad
David era pastor de las ovejas de su padre. Cuando venía un león o un oso y tomaba un cordero de la manada, el joven salía tras él y libraba al corderillo. O tomaba a la fiera, echaba mano de su quijada y la mataba. Algunos libros de historias bíblicas para niños muestran a David en el campo, rodeado de sus ovejas, tocando un arpa y cantando al Señor. Es muy probable que esa escena haya ocurrido muchas veces, porque después le vemos cantando en el palacio de Saúl, para espantarle los demonios. El canto de David estaba tan lleno de unción, que producía efectos espirituales. Ese aprendizaje lo tuvo mientras cuidaba las ovejas de su padre en la soledad.
Hermanos, la escuela de Dios contempla como una segunda asignatura, por decirlo así, un tiempo pasado en la soledad, en una contemplación de Dios, en estar cara a cara con él. Cuando venía el oso o el león, David no pedía ayuda a sus hermanos, pues no estaban allí. Él recurría a Dios. Y el Señor le concedía la gracia y la fortaleza para vencer al peligro.
En realidad, estos años de silencio y de aprendizaje de David en el campo, son figura de los treinta años que el Señor Jesús pasó en Nazaret trabajando para el sustento de su casa. Él no sólo era 'el hijo del carpintero', en Marcos dice que era 'el carpintero'. Allí, el Señor Jesús estuvo treinta años en silencio, en soledad, en la contemplación directa de Dios.
Quiero hablar a los jóvenes, por un momento. Ustedes están viviendo hoy esta etapa en la vida de David. Tal vez en algún punto ustedes se saben el menor de entre sus hermanos, están conscientes de alguna debilidad muy grande. Hay otros fuertes, y ustedes son débiles. Hay otros hábiles, y ustedes no lo son tanto. Son los años de soledad, de silencio, enfrentados a peligros, a dificultades, a pruebas. Todo eso es parte de la escuela de Dios.
El hermano Christian Chen compara los treinta años de silencio en la vida del Señor Jesús con una represa que almacena mucha agua. Treinta años juntando agua. Y de pronto, cuando él inicia su ministerio, la represa se rompe y el agua fluye para regar la tierra. Los jóvenes y los hermanos nuevos hoy están viviendo experiencias que van a determinar el curso posterior de su vida espiritual. Ahora están en silencio, no tienen mucho que decir; pero aprenden a estar delante del Señor, a acumular agua en la represa, para que cuando él diga "¡Ahora!", puedan dejar fluir el agua para que muchos beban.
David ingresó tempranamente a la escuela de Dios. La aspiración de muchos jóvenes hoy en nuestra sociedad es alcanzar la fama tempranamente. ¿Qué consistencia tiene una vida prematuramente expuesta? ¿Qué consistencia tiene un árbol que no ha echado raíces? Seguramente aquéllos, al llegar a los treinta o cuarenta años, tendrán un gran conflicto existencial. Hay ídolos deportivos que empezaron a ganar competencias a los doce o catorce años. Todo el mundo se rendía a sus pies. Ahora, a los veinte y tantos, tienen problemas graves. No tienen carácter. Se saltaron la etapa de formación. Son adultos deformes.
Con los siervos de Dios no sucede así. Ellos son tempranamente introducidos en esta escuela, para que lo aprendido allí sea un fundamento sólido, para que a su tiempo haya frutos y Dios sea glorificado en ellos, y para que cuando lleguen a una edad mayor no cometan errores que puedan causar tropiezos o la tristeza de muchos.
¡El carácter! ¿Se dan cuenta lo importante que es el carácter? La formación del carácter de Cristo. No podemos saltarnos etapas, porque si lo hacemos, a la larga encontraremos tremendas deficiencias que en algún momento nos van a causar problemas.
Sirviendo a sus hermanos
En los primeros años de David en la escuela de Dios, él vivía al servicio de sus hermanos. Un día, cuando Israel estaba en guerra con los filisteos, Isaí llamó a su hijo menor, le ordenó que preparara algunos alimentos y fuera al campamento donde estaban sus hermanos. David partió de mañana, como su padre le había mandado, dejando las ovejas al cuidado de un guardia. Llegó al campamento justo en el momento que Goliat vociferaba y desafiaba a los ejércitos de Israel. Dejó su carga en manos del que guardaba el bagaje, corrió al ejército y preguntó por sus hermanos.
¿Se fijan ustedes? Él cumple su cometido. Si hubiese sido un irresponsable, olvida su encargo y se va a la línea de batalla a curiosear, como haría cualquier joven a esa edad. Pero él había recibido una enseñanza tan severa por parte de Isaí su padre, que nunca hubiera imaginado siquiera desobedecerle; no se hubiera atrevido a moverse un ápice del camino que su padre le había trazado, sirviendo a sus hermanos.
La vida de un hijo de Dios, cuando es introducido en la escuela de Dios, es una vida de servicio. Y cuando hablamos de servicio, no pensemos necesariamente en predicar desde el púlpito. Hay muchos otros servicios que los jóvenes o que los hermanos nuevos pueden cumplir; principalmente un servicio a los hermanos.
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¿Cómo es que David llegó a tener un corazón que agradaba a Dios? Si miramos su vida posterior, vamos a encontrar a un hombre humilde, un hombre verdaderamente probado, ejercitado en el sufrimiento, y un hombre que tiene un gran respeto por la autoridad. Es un hombre que nunca busca hacer su propia voluntad, sino que siempre se sujeta al Señor.
En la segunda etapa de su aprendizaje, David será introducido en nuevas y mayores experiencias espirituales. El modelo es Cristo. La meta, ser capacitado para reinar. Este es el primer tramo, los años básicos. Todavía no son cosas espirituales, son cosas seculares: cosas de la vida natural, en familia, con el padre, con sus hermanos. Todo esto nos habla de cómo David fue conformado a la imagen de Cristo.
Jesús fue menospreciado por sus hermanos, y estuvo largos años en soledad. En todo ese tiempo, sirvió a los demás. Él dijo: "Yo no he venido para ser servido, sino para servir". Fueron los años de aprendizaje. No hay graduación, en ninguna institución de enseñanza, a menos que haya disciplina, a menos que haya una etapa definida de experiencias que van conformando un carácter.
El Señor levanta al humilde, al pobre. Nos toma desde abajo, para que nunca lo olvidemos, para que nunca nos engriamos, para que nunca menospreciemos a nadie. Todos nosotros fuimos escogidos porque éramos lo vil, lo menospreciado, para que él pudiera ser glorificado en nuestras vidas.
DIOS TE BENDIGA
SALUDOS FRATERNOS