Una victoria modesta
La Sra. López ayudó a formar la conciencia de los demás y a promover el respeto por la mujer.
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La jornada de la Sra. López finalizaba de forma normal. Después de recoger a su hija en la escuela pasó a comprar, en una tienda, lo que le faltaba para la cena. Metió en un canasto queso, cebollas y tomates. Con la ayuda de su pequeña hija, Clara, emprendió la tarea de registrar las compras. “Buenos días” dijo Clarita a la joven cajera mientras ponía un chocolate en la mesa con el permiso de su mamá. La Sra. López, esperando la cuenta, se distrajo con las revistas exhibidas en los anaqueles de la caja de pago.
La tienda era común. Tenía dulces, chicles, mentas, libros y revistas alrededor de la caja registradora. Pero algo, que saltaba a la vista, parecía fuera de lugar. Entre todas las revistas de modas, salud, cocina y novelas había algunas portadas de mujeres semidesnudas. Ciertamente no eran unas revistas para toda la familia, pues mostraban imágenes con ademanes en clave erótica. La Sra. López se sintió incómoda y ofendida, pues le preocupaba la inocencia de su tierna hija. “¿Cómo puede ser posible que expongan este tipo de imágenes y revistas tan sugestivas al alcance de todos, incluso de los niños?”, pensaba la mamá consternada.
La joven cajera terminó de poner los productos en la bolsa y pasó la cuenta de las compras. La Sra. López entregó su tarjeta de crédito y le dijo a la cajera con un tono delicado: “Disculpe, yo normalmente no hago esto, pero quería decirle que me siento ofendida con esas revistas de portadas frívolas que colocan a la vista de todos. Creo que ese tipo de imágenes pueden hacer mucho daño, sobre todo a los niños. Estoy convencida de que muchas personas no las quieren ver”.
La señorita cajera, de 18 años y con la tarjeta de crédito en la mano, dijo: “Señora, muchísimas gracias. Mi jefe nos indicó que colocáramos esas revistas aquí, en los anaqueles de la caja de pago, pero nos comentó que si algún cliente protestaba las retiraría. La verdad a mí no me gusta tenerlas aquí y por eso le agradezco su comentario. Le prometo que las voy a quitar ahora mismo”. La Sra. López, sorprendida dijo: “Muchas gracias”. Bajó su vista y sonrió a Clara. Así, esta madre de familia se dio cuenta de lo importante que denunciar un posible mal moral.
La Sra. López no salvó una vida de un trágico accidente, no dio de comer a un necesitado o cualquier otra cosa que podría hacer un súper héroe. Su victoria es más modesta porque ella logró quitar una serie de imágenes que podrían perjudicar a los niños o ser una tentación para otros. Ayudó a formar la conciencia de los demás y a promover el respeto por la mujer. No debemos tener miedo de ir en contra de lo que nos lleva al mal y a lo inmoral. Todos tenemos un súper héroe dentro nosotros. De esta forma, seremos capaces de cambiar el mundo con nuestro ejemplo y nuestras palabras.
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