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General: ACABA LA CARRERA
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: PEDRO PABLO 2  (Mensaje original) Enviado: 15/05/2011 04:12
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Acaba la carrera

Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. Hechos 20:24.

Aquel 31 de diciembre parecía una feria dominical de los pueblos de in­terior; no obstante, el escenario era el centro de una de las ciudades más grandes del mundo.
Gente, mucha gente. Un grupo interminable de atletas, que partían como si fuese el éxodo judío. Miles, vestidos de todos los colores: rojo, azul, ama­rillo, violeta, en fin. En los ojos, un denominador común: el deseo de llegar a la meta. Se estaba dando inicio a la maratón de San Silvestre, en la Rep. del Brasil. Entre los miles de atletas, profesionales y aficionados que partían, había un hombre de sesenta años. Cabellos emblanquecidos por el tiempo, arrugas prominentes y mirada de león hambriento. Parecía una fiera vieja, obser­vando a las gacelas que jamás alcanzaría.
Ricardo Fonseca pasará a la historia no como el campeón de resistencia en la carrera de quince kilómetros por las calles del centro de San Pablo, sino como el campeón de insistencia y de perseverancia. Llegó en último lugar, cuatro horas atrás del campeón. Pero llegó. Arrastrando los pies, extenuado, sin importarle el tiempo ni la posición de su llegada. Su única preocupa­ción, dijo al final, era llegar, completar la carrera. "Nunca dejé nada a medio hacer", dijo sonriendo, "Aprendí, de niño, que no existe peor derrota que la carrera que no se acaba".
Daba la impresión de repetir el versículo de hoy, en otra versión. Cientos de años atrás, Pablo había expresado que lo único que le interesaba, aun arriesgando su vida, era "terminar la carrera".
Hay mucha gente fracasada porque empieza un trabajo y no lo termina. Se desanima. Calcula que no llegará primero, y abandona la carrera. Su sen­dero está encarpetado de maravillosas disculpas. De tanto inventarlas, pasa a creer que son verdaderas. Campeones de la explicación. Jamás llegan; ni en último lugar. Simplemente, no llegan.
Haz de este un día de llegada. Termina lo que empezaste. No abandones la carrera; ve hasta el fin. Di, como Pablo: "Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios".

No temas del hombre

Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es como heno? Isaías 51:12.

Fue a la orilla del mar, mientras el sol se levantaba en el horizonte, entre el ruido de las olas y el canto de las gaviotas, que el Señor preguntó a Pedro si lo amaba. Tres veces. Parecía no entender la respuesta de Pedro; como si de pronto las palabras no fueran suficientes para dar a entender lo que el discí­pulo deseaba explicar.
Había sido esta una pregunta simple, y por más que Pedro buscaba ser simple en su respuesta, el Maestro de las cosas simples insistía una y otra vez.
De pronto Pedro entendió que la respuesta que el Maestro esperaba no era solo una declaración teórica de amor. Las palabras, por más que describan los paisajes y los sentimientos más bellos, son incapaces de comunicar lo que sola­mente el corazón puede expresar en una mirada, tal vez, o en una sonrisa. No sé.
Jesús estaba hablando a Pedro de lealtad. La lealtad es un valor humano, fruto del amor. A través de la historia, el hombre ha sido capaz de actos de he­roísmo por lealtad hacia su país, a sus compañeros, a sus amigos o a su familia.
La lealtad se relaciona con el honor y la confianza, virtudes que son difíci­les de ganar y fáciles de perder. Pero, el discípulo había fallado la prueba de la lealtad. A veces, es más fácil morir por Jesús que vivir por él. El Señor no había pedido a sus discípulos que murieran por él; era Jesús quien moriría por ellos.
El Maestro deseaba que ellos vivieran por él y para él. Y desdichadamente, Pedro falló.
Todos los días y en todos los lugares, somos llamados a presentar el ca­rácter de Jesús delante de los hombres. El mayor acto de lealtad que el Señor espera de ti es una vida digna de su nombre. No es fácil, cuando las personas se ríen de tus valores en la universidad, en la calle o en el lugar de trabajo. Es difícil ser honesto, cuando la honestidad parece haber pasado de moda. No es fácil ser puro, en un tiempo en que la pureza parece ser una pieza de museo de la Edad Media.
Tal vez por eso, hay gente que prefiere aislarse del mundo para entregarse a Dios. Pero, él quiere que tu entrega diaria a él sea tu testimonio, en medio de un mundo contaminado por el existencialismo, desprovisto de sustancia.
Haz de este día un día de testificación personal. Responde a Jesús que tú lo amas y que, por amor a él, estás dispuesto a vivir los principios de sus ense­ñanzas. ¡Ah! Y recuerda que Jesús "le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: sí, Señor; tú sabes que te amo".

                                  Que Dios te bendiga,

 

GRACIAS A CIELO ESTRELLA POR EL APORTE

 


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: SRA SARA Enviado: 15/05/2011 14:22


 
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