La espada o la paz

 

“Viendo los que estaban con él lo que había de acontecer, le dijeron: Señor ¿heriremos a espada?” ( Lucas 22: 49 )

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Nunca en la historia de los hombres hubo una persona que con su vida y mensaje despertara tanto los sentimientos de las personas, como lo fue Jesucristo. En el texto de hoy, nos relata el momento en que Jesús fue preso. Ciertamente el miedo se apoderó de ellos. Pero la pregunta que hicieron a Jesús cuando iba a ser apresado, no puede pasar desapercibida: “Señor ¿heriremos a espada?”. En otras palabras: “¿responderemos a la captura con el uso de las armas?”.

En el grupo de seguidores de Jesús, se encontraban personas con una honda preocupación social. Había personas como es el caso de Simón el zelote, que en sus expectativas, esperaba un Mesías de tipo político, que liberaría al pueblo de Israel de la bota del Imperio Romano por medio de una revolución violenta o armada. Durante años el pueblo de Israel esperaba un Mesías.

Pero el Mesías que viene en la persona de Jesús es un mensaje de paz. Es el “Shalom” de Dios. Cuando no se conoce bien el mensaje de Dios, no se reflexiona en las implicaciones de éste para la humanidad, y se va directamente a la acción, se corre el riesgo del fanatismo. Aparece de nuevo la tentación de convertir el proyecto salvífico de Dios, y caer en el error de identificarlo con una ideología de tipo político e implantarlo a través de una revolución armada. Esa ha sido la tentación e inclinación de la humanidad y a la cual ha sucumbido una y otra vez a lo largo de la historia. Se ha usado la religión, para bautizar ideologías políticas de carácter fundamentalista de izquierda y de derecha, para imponer por medio de la exclusión, y la violencia, las ideas e ideologías sobre otras personas, incluso amparado y motivado por la “lucha y defensa de la verdad”.

Martín Luther King, que fue defensor de los derechos civiles de las personas de color en los Estados Unidos y Premio Nóbel de la paz dijo en una oportunidad: “La historia está llena de la ruina de las personas y naciones que han seguido el camino de la violencia”. Decía Alexander Solzhenitsyn: “El hombre que escoge la violencia como medio, debe inexorablemente elegir la mentira como regla”.

“Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco” (San Juan 18:10). Esa es la forma de reaccionar de todos nosotros cuando lo vemos desde nuestra perspectiva, y no como Jesús quiere mostrárnosla. Cuando vemos las circunstancias difíciles de la vida y vemos también injusticias como la que se cometió con Jesús, reaccionamos como Pedro. Viene la violencia, que es “el arma de quienes no tienen la razón” y la mentira como justificación. Jesús ama a Malco, y sana su herida. Voluntariamente les acompaña al encuentro con los sumos sacerdotes. Sabe que tiene una cita con su Padre, y es obediente. Sabe que debe ir a Jerusalén, morir, y resucitar para reconciliar al mundo entero. Jesús está en la voluntad de Dios y cumple su misión aún e medio de la violencia de los hombres. Sabe bien que su camino es poner en paz a los hombres con Dios, reconciliando, perdonando y dando vida.

En este tiempo de cuaresma meditemos en los hechos de Jesús al ir a la cruz. Confiemos nuestras vidas y fijemos nuestras miradas y atención en él, frecuentemos la predicación y exposición de la Escritura y el uso de los sacramentos, para que cuando venga la tentación de usar la violencia aún ante la injusticia, veamos las cosas desde su perspectiva y no desde la nuestra. Así, como hijos de Dios, seamos activos y comprometidos, constructores de la paz.

Oremos: Bondadoso Dios, Gracias por tu Hijo Jesucristo que es nuestra paz. Amén.

 

        Gracias al Pastor Gerardo Hands por el aporte

 

 GRACIA A LA HNA SILVIA RODRIGUEZ POR EL FONDO