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Resposta  Missatge 1 de 2 del tema 
De: PEDRO PABLO 2  (Missatge original) Enviat: 25/06/2011 00:26

¡Cuidado!

No te des prisa a abrir tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios, porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra. Sean, por tanto, pocas tus palabras. . Eclesiastés 5:2

La habitación estaba vacía, pero se respiraban recuerdos en cada uno de sus rincones; añoranzas con sabor de amargura; gemidos de un corazón hecho pedazos. Trozos de dolor, de incomprensión y de revuelta.
Los recuerdos se esparcían aquí y allí. La imagen de un niño pequeño jugando con sus cochecitos de madera la hacía volver al pasado; un pasado que, de tanto doler, se hacía presente cada amanecer.
Alba se mordió los labios, y maldijo a Dios. Lo hacía todos los días, desde la trágica mañana que contempló a su hijo sin vida. En su corazón de madre triste, ya no había lugar para la fe. Se negaba a seguir aceptando la idea de un Dios que permitía la muerte de un inocente.
El sabio Salomón, en el versículo de hoy, advierte: ¡Cuidado! "No te des prisa con tu boca". No permitas que el sentimiento te lleve a decir algo de lo que más tarde te arrepentirás. Y la razón que el escritor bíblico presenta, para ser cauteloso con lo que se dice en el momento del dolor, es que "Dios está en el cielo y tú sobre la tierra": no es posible entender los infinitos mis­terios divinos con la finita mente humana. "Mis pensamientos no son los tuyos", afirma el Señor a través de Isaías.
Yo sé que, si perdiste a un ser querido inesperadamente o si el dolor, en otra de sus muchas formas, ha tocado tu vida, la tendencia natural del ser humano es a no aceptar la realidad. Es que ni tú, ni yo ni nadie fuimos crea­dos para sufrir. El sufrimiento es una experiencia intrusa en la vida humana. Es lógico que sientas repulsión por el dolor; pero, por otro lado, es necesario aprender a confiar en el amor divino. Dios jamás te prometió que en esta tierra no serías tocado por el dolor, pero prometió que, en el momento de las lágrimas, él estará a tu lado listo a enjugarlas y a fortalecerte, para pasar en medio del vendaval sin amilanarte.
Por eso, hoy, sacude el polvo de la insatisfacción y, a pesar de las adver­sidades, marcha tomado de la mano de tu Padre. Y "no te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras".

¿Cuál es el camino?

Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Juan 14:5.

La preocupación del ser humano siempre es encontrar el camino que lo lleve a la felicidad. En cierta ocasión, Tomás pidió a Jesús: "Señor, mués­tranos el camino". Y la respuesta del Maestro fue: "Yo soy el camino, la ver­dad y la vida". Jesús es el Camino y la Verdad. No existe nada más concreto y absoluto que Jesús. Desdichadamente, vivimos en días en que la verdad, para los seres humanos, se ha vuelto relativa. El pluralismo y el relativismo son dos filosofías que están impregnadas en todo. El pluralismo enseña que, desde el momento que no existe un solo ser humano, es lógico que no pueda haber solo un concepto correcto. Pluralismo proviene de ahí, de la palabra plural, "muchos".
Consecuentemente, nace el relativismo porque, si existen muchas mane­ras de pensar, no puede existir una sola verdad, sino muchas. Por tanto, la verdad es relativa; mejor dicho, depende de lo que cada uno quiera pensar.
Pero, cuando Jesús afirmó que él es la verdad, estaba yendo en contra del pluralismo y del relativismo. La verdad, desde el punto de vista bíblico, es absoluta y está basada en la Palabra de Dios. Jesús lo dijo en su oración sacerdotal: "Santifícalos en tu verdad, tu Palabra es la verdad".
Pero, al final de cuentas, la verdad ¿es Jesús o es la Palabra de Dios? ¡Am­bos! Jesús es el Verbo, la Palabra de Dios que se hizo carne y vino a habitar entre nosotros. En Jesús, la palabra no era solo teoría: él era la Palabra hecha carne y vivida.
Esto sacude la idea de que la vida cristiana consiste solo en vivir en co­munión teórica con Jesús, o que el cristianismo fervoroso se limita a hacer una declaración romántica de amor a Jesús y cantarle, lleno de emoción. Todo eso es bueno, pero la vida cristiana es más que solo eso: es vivir los principios de la Palabra de Dios.
Disponte a vivir los principios bíblicos, aunque las personas se burlen de tus convicciones o piensen que vives en la Edad de Piedra. Deposita tu con­fianza en Jesús; acepta las enseñanzas de su Palabra, y no digas, como Tomás: "Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?"

Que Dios te bendiga,

Gracias a la hna. Cielo estrella por el aporte
 

 


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Resposta  Missatge 2 de 2 del tema 
De: Piedra Preciosa Enviat: 25/06/2011 06:22


 
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