Cierra tu Pasado
Lucy Carmona
Dios le dijo a Josué: ““Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel”.
Josué 1:2
Fue un golpe muy duro para Josué perder a su líder, a su mentor, a su guía, a su padre espiritual; pero para poder llegar a la meta que Dios tenía para él, tendría que aprender a superar el dolor. Hay personas que siguen atadas al pasado aunque el presente se les vislumbra prometedor; les cuesta cerrar el pasado. Dios le hablo claro a Josué: “Mi Siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán” como diciéndole: seca tus lagrimas, no te dejes abrumar, no debes abatirte por la tristeza pues todavía hay trabajo que hacer.
Josué conocía el pueblo, y con probabilidad se sentía nervioso, se sentía temeroso, no sabría qué hacer, había partido a la eternidad un hombre especial, una persona con unas capacidades extraordinarias y el tan pequeño e insignificante ante un pueblo tan rebelde. El Señor comenzó a tratar con su corazón y hacerle entender, que ahora que había partido Moisés, ahora entraba una nueva etapa para el pueblo, pero que él era el escogido, él era la persona que Dios se había fijado y que este era un privilegio, pero a la vez una gran responsabilidad. Posiblemente pasaron por su mente pensamientos tales como: “Si eso hicieron con Moisés, que Dios estaba con él, que era la voz de Dios a través de él, si eso le pasó, ¿qué no va a pasar conmigo?”
Pero Dios le asigna la gran responsabilidad de comenzar su liderazgo y le dice: “Tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos” (v.6). Pero sobre todo Dios le da una hermosa promesa: “todo lugar que pisare la planta de vuestro pie os pertenecerá”.
De igual manera Dios te habla por medio de esta reflexión, no puedes seguir llorando y lamentándote de situaciones que te han sucedido en tu caminar. Si te han dado la espalda, si se murió tu pareja, si perdiste posesiones o tu trabajo, si tu novio te dejo… ¡ya basta de llorar! Es tiempo de levantarte. Y eso de levantarse es primeramente una actitud interna, es estar dispuesto a cumplir el propósito de Dios, a creerle a Dios. Se acerca el tiempo de tu promoción en Dios, no te lo pierdas por permanecer sentado en tu justificación o en sus sentimientos.
¡Hoy es tu mejor momento!
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