Dios es tu fuerza
Un alfiler y una aguja encontrándose en una cesta de labores y no teniendo nada qué hacer, empezaron a reñir, entablándose la siguiente disputa: ¿De qué utilidad eres tú? Dijo el alfiler a la aguja; y ¿cómo piensas pasar la vida sin cabeza? -Y a ti respondió la aguja con tono agudo, ¿de qué te sirve la cabeza si no tienes ojo? ¿Y de qué te sirve un ojo si siempre tienes algo en él? - Pues yo, con algo en mi ojo puedo hacer mucho más que tú.
Sí; pero tu vida será muy corta pues depende de tu hilo. Mientras hablaban así el alfiler y la aguja, entró una niña deseando coser, tomó la aguja y echó mano a la obra por algunos momentos; pero tuvo la mala suerte de que se rompiera el ojo de la aguja. Después cogió el alfiler, y atándole el hilo a la cabeza procuró acabar su labor; pero tal fue la fuerza empleada que le arrancó la cabeza y disgustada lo echo con la aguja en la cesta y se fue. Con que aquí estamos de nuevo se dijeron, parece que el infortunio nos ha hecho comprender nuestra pequeñez; no tenemos ya motivo para reñir. ¡Cómo nos asemejamos a los seres humanos que disputan acerca de sus dones y aptitudes hasta que los pierden, y luego... echados en el polvo, como nosotros, descubren que son hermanos! Filipenses 2:3
Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo. Mateo 5:44
Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen.
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