Sólo entre tú y Él
"En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas según el designio de su voluntad" Efe. 1:11.
La soberanía de Dios es un tema bastante amplio: incluye todo lo que abarca todos los atributos como Señor y Rey de Su mundo, dirigiendo y ordenando todo acontecimiento del mundo para el cumplimiento de Su propio plan eterno. Y uno de los aspectos más sorprendentes es la gracia soberana de Dios, o sea, el acto todopoderoso de traer pecadores impotentes a Si mismo, por medio de Jesucristo.
Aunque el creyente sabe que Dios es soberano, pues en sus oraciones, pide y agradece ¿Por qué? Porque sabe que Dios es la fuente de todo lo que tiene ahora y de todo que espera tener en el futuro. Esta es la base de la oración cristiana. La oración de un cristiano no es un acto que intenta exigir que Dios acúe segun nuestros deseos, sino un reconocimiento humilde de nuestra dependencia, impotencia y desamparo total.
Cuando nos arrodillamos sabemos que no estamos en el control de los eventos de este mundo; asimismo reconocemos que somos impotentes para satisfacer nuestras necesidades terrenales; todo lo que queremos, ya sea para nosotros o para otros, proviene de la mano todopoderosa de Dios.
Medite en esto, Dios es soberano "según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él, en amor habiendo sido predestinados adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad" otro aspecto de Su soberanía, si Él es soberano y nos provee de nuestras necesidades fisicas, sería inconcebible que no nos provee de nuestra necesidades espirituales o con nuestra lucha diaria con el pecado. Él ha regerado nuestro corazón, Él nos ha dado una nueva vida en Cristo, nos ha bendecido con toda bendición espiritual.
Hazme entender Tu soberanía. Y que pueda vivir creyendo.
Mi oración:
Señor gracias te doy porque hasta aquí puedo decir: Hasta aquí Tú has sido fiel y en mi corazón tengo la certeza de que serás fiel hasta el final. Gracias porque un día Tú gracia soberana me alcanzó, revelando mi condición de pecador. Rescatándome de las tinieblas y trasladándome a la luz admirable de Tu Reino. Toca el corazón de aquellos que leen este mensaje. En el nombre de Jesús te lo pido. Amén, amén.
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