Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y hallareis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga. Mateo11:28-30.
Algo hermoso que aprendí hace algún tiempo atrás, es que para entrenar a un buey joven en el asunto de halar una carreta, cuando le ponen el yugo se aseguran de que su compañero sea un buey viejo, es decir, un animal con mayor experiencia, de esta manera la carga para el joven animal será más liviana, más ligera, ya que el más viejo es el que hará la mayor parte de la fuerza… y no solo eso, sino que le enseñará el camino que debe de andar…Hermoso no?
Jesús le está hablando a dos tipos de personas en Mateo 11.28,
Los trabajados; a todos aquellos que han puesto todo su empeño en realizar una labor, y quizás es mayor el trabajo ejecutado que los resultados obtenidos, trabajáis mucho y recogéis poco, dice el Señor en el libro de Malaquías…y esta es la condición de muchos hijos de Dios, realizan un arduo y pesado trabajo durante el día, y los resultados económicos al final de la jornada son muy pocos.
Los cargados: Otros llevan sobre sus hombros cargas tan pesadas que ellos mismos se han impuesto o quizás otros se las han impuesto, lo que les impide que su caminar sea ligero, sino por el contrario, su caminar se ha vuelto muy doloroso, y lleno de sufrimiento.
Hace algunos años mi suegra quien ya era viuda, sufrió de un infarto cerebral, lo cual la dejo incapacitada en una cama, y fue a mí a quien le correspondió ayudarle en esos momentos de tanta necesidad, al tenerla en casa, el primer año fue el más difícil de todos, pues encontrar la persona idónea para que me ayudara a cuidarla no fue fácil, además era como tener un bebe de setenta y cinco años, al cual debía de realizársele todo tipo de cuidados, lo que me llevó a estar muy trabajada y cansada, hasta el grado de enfermarme, debido al cansancio, ansiedad, y tristeza que trae consigo el tener un enfermo en casa, se me empezó a desarrollar un problema de hipoglucemia, ya que el estrés que estaba padeciendo era muy fuerte.
El azúcar de mi organismo había bajado de su nivel normal…y esto me llevó a buscar ayuda médica, y recuerdo que cuando el doctor me dio el diagnóstico, esto me provocó mucho enojo, porque yo pensé; he orado tanto, he traído mi carga delante de Jesús, y ¿qué pasa?, ¿cómo es posible que esto me este pasando a mi?
El doctor un médico no cristiano, fue el instrumento que Dios uso para hablar a mi corazón, -si tú continuas con esta ansiedad- me dijo, -vas a morir antes que tu suegra, ella es una anciana, y tarde o temprano partirá, pero yo no estoy seguro si tú te puedas ir antes que ella- y me dijo, -te recomiendo que te tomes una píldora llamada “yo no puedo cambiar nada” y verás los resultado-.
Cuando Salí de la clínica me sentía muy avergonzada conmigo misma, debido a que había creído que mi confianza y descanso estaba en Jesús. ¡Sorpresa!, de inmediato comprendí que me había impuesto a mi misma una carga demasiado pesada, la cual me había llevado hasta enfermarme.
Sabes por qué?, porque yo quería ser la súper enfermera, quería hacer todo lo posible humanamente hablando por levantar a mi suegra de la cama, yo quería enseñarle un estilo diferente de vida, quería que ella aprendiera cosas diferentes, que según yo eran para su propio bienestar…por eso puedo decirte con propiedad que es y que no es llevar el yugo de Jesús.
El sentarme a sus pies, el llorar y derramar mi corazón hasta el cansancio, ministrarme con su palabra, y tomándome la píldora diaria de “yo no puedo cambiar nada”… ahí estaba el verdadero yugo del cual Él habla en Mateo 11.28.
Ahora comprendía que era llevar el yugo de Jesús…y así a los pocos días siguientes, mi cuerpo estaba sano. Aprendí y comprendí, que era llevar el yugo de Jesús.
El período de la enfermedad de mi suegra fue de cinco años, y después partió para estar con Jesús, pero jamás volví a tomar la carga para mi, si no que aprendí a entregársela a Jesús las veces que fuera necesario.
Jeremías 6.16 dice, Así dijo El Señor; Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma.
Solo el caminar junto a Jesús puede traer descanso para nuestros cuerpos y para nuestras almas. Caminar junto a Jesús significa: llenarnos de su palabra de sus promesas, tomar esa agua viva que es Él mismo, comer de su carne que es su palabra, seguir sus pisadas, y no permitirte a ti mismo, ni a nadie que imponga cargas que Él no te haya impuesto…solo siéntate a sus pies, llora, desahoga tu corazón, confiésale todo tu dolor, y cuando hayas dejado salir todo lo que estas sobrellevando…Él te llenará tan profundamente, que lo único que querrás, es llegar a tu cama y dormir.
Él satisface y sacia nuestra alma cansada y entristecida…no necesitas un doctor o un siquiatra, necesitas a aquel que dijo.. Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y hallareis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga. Mateo11:28-30
Querido amigo, querida amiga, como siempre dos opciones, llevando tus problemas sobre tus hombros, y viviendo enfermo y amargado, o como el buey joven, dejándote llevar por el mayor, nuestro Señor Jesucristo. Tú decides.