"Toda actuación seria y recta del hombre es esperanza en acto (...) Nuestro obrar no es indiferente ante Dios y, por tanto, tampoco es indiferente para el desarrollo de la historia"
Un mundo sin Dios es un mundo sin esperanza. Cuando se aceptan los criterios del mundo y se rechaza la presencia de Dios en los corazones, la desesperanza invade al hombre y el vacío existencial lleva a muchos a desaprovechar la posibilidad de ser felices y alcanzar la salvación eterna.
Pero... también existen muchos otros que hacen lo contrario, rechazan lo mundano y se quedan con "lo que les llega de Dios y les lleva a Dios". Son personas que se esfuerzan por no perder la Fe, por mantenerse firmes en obrar el bien, por levantarse cada vez que caen; son hombres y mujeres que ven el vaso medio lleno y buscan cómo seguirlo llenando con cosas positivas, amor, caridad, comprensión, tolerancia, prudencia, entre otras muchas más.
Son personas que a fuerza de perseverar en los Sacramentos, van colmando su mente, corazón y voluntad con la presencia de Dios y ayudan a encaminar a su prójimo a encontrar el mismo tesoro que ellos han encontrado ya (Mt 13, 44).
Estas personas saben también lo que es la "corresponsabilidad" con Dios, saben que por todo el bien que reciben, ellas deben entregar algo a cambio, son las personas que están siempre atentas a dar de su tiempo y su esfuerzo en bien de los demás. No se quedan con lo bueno que han encontrado, lo comparten y participan en obras que extiendan el Reino de Cristo en el mundo.
Son estas personas las que motivan a no perder la esperanza, son las que permiten detener en alguna medida el mal que existe; son las que con sus acciones, actitudes y testimonios hacen que algunos que dudan la dirección de sus vidas, se decidan finalmente por el camino del bien; son estas personas las que ayudan a la regeneración del mundo.