Vencer ante la adversidad
"Frente a la adversidad no te dejes dominar por tus emociones y demuestra que tu fundamento es Cristo".
La parábola del buen samaritano (Lc 10,25-37)
La parábola del buen samaritano está llena de lecciones para nuestra vida. Con ella aprendemos sobre la actitud correcta con quienes nos necesitan.
No debemos ser indiferentes como el sacerdote y el levita que pasaron de largo frente al hombre medio muerto, al contrario, debemos ser como el samaritano quien curó al herido y llevó a un mesón donde pidió que lo atendieran hasta que volviera. Con esta Palabra, el Señor nos instruye para que seamos de aquellos que ayudan al prójimo y, de esa forma, aprovechan la oportunidad que el cielo les da para recibir bendición.
El Señor realmente no se queda con nada y devuelve el ciento por uno cuando somos generosos, así que muévete a misericordia y ayuda a tu prójimo. Por sobre nuestra necesidad están las necesidades de otros y cuando ayudas, el cielo te da más de lo que esperas.
La parábola también nos enseña sobre la adversidad que puede alcanzarnos a todos, así como alcanzó a ese hombre a quien asaltaron y dejaron mal herido. Los problemas llegan, incluso siendo cristianos y viviendo según los mandamientos del Señor. Al experimentar esas situaciones difíciles, descubrimos tres cosas: la fortaleza de nuestro carácter, el fundamento de nuestra vida y el proceso de transformación que nos hace nuevas personas, mejores o peores, pero siempre diferentes.
Nuestras emociones son lo primero que debemos cuidar al pasar por una situación difícil. Ante una dificultad, nunca te dejes llevar por los impulsos de tu corazón. Contrólate, entrégate en manos del Señor y no blasfemes contra Su amor.
No te apartes del Señor porque a Su lado la tormenta será menos intensa. Las dificultades siempre vienen pero se van más rápido cuando las soportas junto a tu Padre Celestial.
Cuando enfrentamos problemas sabemos que Dios está trabajando en nosotros, nos está formando para que veamos cumplidas Sus promesas. Recuerda que la tribulación es momentánea y todo tiene un propósito de bien. Agradécele al Señor cada momento de tu vida, incluso los difíciles y dolorosos porque son antesala de la gloria que está por venir. Asegúrale que Su Palabra es tu fundamento y que tienes fe porque a Su lado eres más que vencedor.
Saludos y Bendiciones!
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