Pentecostés
¿Miras alrededor tuyo?, ¡sólo descubres abundancia de desaliento…!
¿Te abismas dentro tuyo?, nada más que sueños adormecidos e ideales amodorrados: muerta la inspiración, quedó sepultada cualquier noble aspiración… ¡Apenas, de cuando en cuando, sueltas algún que otro suspiro nostálgico y apesadumbrado!
¿Y, Pascua de Pentecostés?
Pentecostés: Dios Padre, que en Jesús clavado en Cruz, inclina la cabeza y entrega-consigna su Aliento-Respiro-Espíritu: Jesús, inclinando la cabeza, entregó su Espíritu. El Amor, en el mismo momento en que intentan apagarlo, se recoge en un último respiro para ser expandido por el universo entero.
Pentecostés: Dios Padre, que en Cristo resucitado alienta/sopla sobre cada uno de sus discípulos su Aliento, transmitiéndonos Aliento-de-Vida. Sopla con un soplido que no apaga la mecha humeante, ni quiebra la caña astillada, sino barre la mugre acumulada, mostrando esa atención y cariño que alivia heridas y quemaduras, tal como cuando una madre sopla sobre los dolores de sus pequeños,- ¡la magia del amor barre con toda queja y todo pesar!
Oí una voz potente que decía: “Él secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó”. Y el que estaba sentado en el trono dijo: “Yo hago nuevas todas las cosas”.
El viento sopla donde quiere. Y allí, donde sopla, verifica autenticidades, produce podas, produce frutos... Uno de sus nombres es el de “Vecino-Cercano” (¿No te parece que Vecino podría ser una buena traducción de Paráclito?), ya que nos está tan cerquita que tiene por encargo recordar-sugerir-‘soplar’, soplándonos todito lo de Jesús al oído del corazón: el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho:
Indomable como el viento que no se deja aprisionar,
Incontrolable como el fuego que nadie logra apagar,
Imparable como el agua, que no consigues detener,
Llega y entra por caminos que Él solo conoce.
“¿Dime, dónde fue a parar aquel fuego,
que incendiaba y ponía alas a tu amor?”
No hay muro que se le oponga,
Ni indiferencia que lo desanime,
Ni falsas razones que lo detengan,
Ni corazones que apaguen su fuego.
“¿Dime, dónde fue a parar aquel fuego,
que incendiaba y ponía alas a tu amor?”
¡Ay de nosotros si no nos anima su Soplo de vida,
Aliento, perdón de toda deuda,
Espíritu, prometido y esperado: promesa del Padre,
Consolador, Defensor, Abogado, Intercesor y Guía.
“¿Dime, dónde fue a parar aquel fuego,
que incendiaba y ponía alas a tu amor?”