Nunca antes supe entregarme completa,
a ese goce que enerva los sentidos.
Tanto me inspiras, que me he vuelto poeta;
e insisto en bosquejar nuestros latidos.
Cuando hacemos el amor, no me reprimo
y la lujuria me envuelve entre sus garras;
no hay más allá, y al fuego me aproximo.
¡Saca el tequila!... ¡Que toquen las guitarras!
Y es que tu amor en mi vida es una fiesta,
tu piel me llama, yo vengo y nos fundimos;
en este baile, cual música de orquesta,
así abrazados, ¡contentos nos morimos!