Para ser un ministerio efectivo y
duradero
"Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el
pámpano no puede llevar fruto por sí mismo,si
si no permanece en la vid, así tampoco vosotros,
sino permanecéis en mí" Juan 15:4.
Para desempeñar un ministerio de excelencia
y efectividad se requiere vitalidad espiritual. El
obrero, sirve en base de la abundancia de energía
espiritual y de la presencia del Espíritu Santo en él.
Nosotros servimos inclusive del exceso, yo creo,
de energía espiritual en nosotros. Para confrontar
exitosamente los retos del ministerio, necesitamos
una espiritualidad robusta y sobreabundante.
Hay una energía que necesitamos para nuestro
propio consumo, para simplemente procesar los
eventos, retos y necesidades de la vida cotidiana.
Cómo las vírgenes prudentes, necesitamos aceite
para nuestra propia lámpara, pero lo necesitamos
también para compartir con aquellos a los que
servimos.
De ese exceso que Dios nos da por medio de la
cercanía e intimidad con el Espíritu, de ese
"pemaneced en mí y yo en vosotros" del cual habla
Jesucristo, surge entonces un exceso de unción y
vitalidad que nosotros compartimos con los demás,
y con el cual contagiamos a los que servimos.
Siempre he pensado que el ministerio se da más por
contagio e impartición de la vida que por explicación
o enseñanza intelectual, acádemica. Así que se
requiere una espiritualidad vital, un estar arraigado
en Jesús, estar anclado en Cristo, vinculados en la
Palabra, una vida devocional continua, disciplinada,
que redunde entonces en una efervecencia, una
vitalidad del espíritu que nos permita tocar a otros,
impactar a otros, inspirar a otros, bendecir a otros.
Esa espiritualidad vital es imprecindible.
Uno puede ministrar por mucho tiempo basado
exclusivamente en conocimientos o destrezas
humanas, pero trde o temprano, como no se trata
de la vida de Jesús manifestándose en y a través
de nosotros, surgirá la sequía y la esterilidad
espiritual, y generalmente habrá pérdida y
destrucción también.
Así que es muy importante que el siervo de Dios,
busque siempre un nivel muy alto de vitalidad
espiritual. Y cuando nos sentimos secos o cansados
o quemados, es tiempo de volver otra vez a
beber de las aguas del Espíritu.
Pastor Jaime Batista Cortes