El reino de tinieblas se opone al evangelio
Hechos 19:29 "Y la ciudad se llenó de confusión, y a una se lanzaron al teatro, arrebatando a gayo y a Aristarco compañeros de Viaje de Pablo".
Hechos 19:35 " Entonces el escribano cuando había apaciguado a la multitud, dijo: Varones efesios, ¿y quiés es el hombre que no sabe que la ciudad de los efesios es la guardiana de la gran diosa Diana y de la imagen venida de Júpiter?".
Hechos 19:37 Porqué habéis traído a estos hombres, sin ser sacrílegos ni blasfemadores de vuestra Diosa".
En estos versículos vemos la magnitud del disturbio que causó el prevaleciente ministerio de Pablo. En Efeso, el corazón del poder de las tinieblas era el templo de la diosa Diana. Cuantas más personas se convertían al Señor en Efeso, menos afluencia tenía este templo. Aparentemente fueron algunos artesanos los causantes del alboroto, pero en realidad éstos habían sido incitados porr los demonios que se hallaban detrás del escenario. Nuestro ministerio consiste en predicar al Cristo resucitado, quién es el reino de Dios. En la actualidad cada ciudad es el reino de diablo. Por lo tanto un ministerio que sea prevaleciente y propague a Cristo tendrá que luchar por el reino de Dios, ya que toda la tierra se halla bajo el reino de las tinieblas. Pero si nuestro ministerio verdaderamente es prevaleciente, sin duda, despertará oposición. Esto no quiere decir que debamos tratar de causar disturbios, pensando así que nuestro ministerio es poderoso y prevaleciente. En realidad eso sería trágico, pues le estariamos dando lugar al poder de las tinieblas.
Tenemos que percatarnos que se libra una batalla entre Dios y Satanás a quién Jehova reprima. Así que debemos tener la certeza que todas nuestras acciones son a favor del reino de Dios y que no tienen nada que ver con el reino de las tinieblas. Debido a la lucha que se libra entre Dios y Satanás, el demonio sabe que está derrotado, Cristo lo venció en la cruz del calvario, pero aún así debemos estar preparados para afrontar sus ataques, pues quiere llevarse a todos los que pueda engañar. pero aunque sus flechas apunten hacia nosotros, no debemos sentir temor alguno porque nuestro Señor Jesús es nuestro escudo protector que para los dardos envenenados del enemigo, no debemos desfallecer, sino cobar ánimos, Cristo está con nosotros.
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