"Pero yo os digo:. bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os
aborrecen y orad por los que os ultrajan y os persiguen" (Mateo 5:44).
Cuenta una historia que dos amigos iban caminando por el desierto. En
agún punto del viaje empezaron a discutir, uno de ellos le dio una bofetada
al otro. Lastimado, pero sin decir nada, escribió en la arena: mi mejor
amigo mdio hoy una bofetada. Siguieron caminando hasta que encontraron
un oasis, donde dicidieron bañarse. El amigo que había sido abofeteado
comenzó a ahogarse, pero su amigo lo salvó. Después de recuperarse,
escribió en una piedra: Mi mejor amigo hoy salvó mi vida.
El que había abofeteado y salvado a su mejor amigo preguntó: Cuando
te lastimé escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra. ¿por qué?
El otro amigo le respondió: Cuando alguien nos lastima debemos escribirlo
en la arena donde los vientos del perdón puedan borrarlo. Pero cuando
alguien hace algo bueno por nostros debemos grabarlo en una piedra,
donde ningún viento pueda borrarlo.
Todos somos conscientes que perdonar no es una tarea sencila, pero si
Dios cada día perdona nuestros pecados y faltas ¿Por qué nosotros no
seguimos su ejemplo? ¿Por qué nos cuesta tanto perdonar de corazón a
los que nos ofenden? Es un momento de dejar a un lado los resentimientos,
la amargura y todos aquellos sentimientos que nos impiden ser felices y
permitir que Dios obre en nuestras vidas con completa libertad, sin que
exista nada que interfiera con el propósito que Dios tiene para nuestras
vidas, de modo que cuando tengamos que perdonar, Dios también nos
de la apacidad de olvidar. Una prueba clara de ello será, que cuando
recordemos este incidente, ya no nos causará dolor ni tampoco sentiremos
rencor por la persona que lo cometió, pero eso no lo lograremos por
nuestras fuerzas sino con el poder de Dios.
El perdón no es algo que se entrega a los demás, sino un regalo
vital par nosotros mismos.
¡¡Aprende a escribir tus tristezas en la arena y a grabar en piedra tus
¡¡alegrías!!.
ptr. Jaime Batista